sábado, 5 de noviembre de 2011

Aquí, acabando con cierta democracia

Una vez más Estados Unidos les indica a sus sirvientes en todo el mundo qué países están acabando con la democracia, y otra vez estos sirvientes se apresuran a aprobar el dictamen de rigor: que en Venezuela hay una “erosión” de la democracia y que aquí están menoscabados los derechos políticos de quienes hasta ayer nomás fueron los dueños del país, de sus recursos y de las personas que acá habitamos. Produce un enorme aburrimiento eso de volver al concepto originario de democracia; así que, en vista de que ya duele la boca el tanto señalarles sus contradicciones a los fans de la tiranía del capital (los que salen a defender todo cuanto ordena pensar el mundo “libre y civilizado”) no queda sino exponer algunas de sus llagas y dislocaciones en materia de entendimiento de la realidad.
Lo que entiende por democracia el conservador puro y duro es un sistema en el cual “pueblo” es todo el mundo, incluso el que expolia al ser humano pobre y le exprime su fuerza de trabajo. Un sistema en el cual el ciudadano sólo tiene que pagar sus impuestos e ir a votar para exigirle al Gobierno que le construya la democracia; mientras él va a trabajar o se queda descansando. La “democracia” con la que sueñan es un espectáculo donde las grandes mayorías permanecen pasivas, esperando que el Gobierno les haga el favor de construir la sociedad: anda a votar y acuéstate a dormir, que cuando despiertes tendrás hecha tu democracia. Excelente negocio. Sobre todo para el que nunca cumple con su parte.
La ventaja del proyecto chavista en este renglón radica en que el Presidente no formuló en 1998, ni lo ha hecho en estos años, ninguna oferta de hechura de una revolución mientras usted espera en un chinchorro. Que se sepa, el discurso y proyecto chavista convoca a echar a rodar una democracia participativa y protagónica, que en idioma más llano significa que usted y yo estamos invitados a construir una forma de democracia inédita en la historia del mundo y, por lo tanto, somos corresponsables de lo que logremos y no logremos; de lo que podamos y no podamos construir. Chávez no nos dijo: “Vota por mí y yo te hago una revolución”. No: el mensaje fue “Vota por mí y yo te abro las puertas del Estado para que hagamos una revolución”.
Por supuesto que la “otra” democracia suena más cómoda, y vaya si lo es, desde nuestras costumbres y hábitos capitalistas: frente a mi casa se acumula la basura y yo simplemente le echo la culpa al alcalde. Y me olvido olímpicamente del responsable de que exista basura: el empresario que produce bolsas plásticas y envases de todo tipo: el sujeto o la industria que producen basura y que se han hecho millonarios con ello.
Visto así, ya va provocando darle la razón a EEUU: aquí como que estamos acabando con un tipo de “democracia”, y a la que viene le estamos quitando las comillas. Lo malo es que por hacerle ese aporte a la raza humana como que nos estamos ganando unos bombazos.


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