sábado, 17 de marzo de 2012

Dioselis y la Historia del Pueblo Oprimido (I)

Dioselis Melo. Foto: Livia Montes
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Artículos referenciales (es decir, que hablan de lo mismo o más o menos):
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Hace un par de meses tuve el privilegio de ser jurado del Concurso de Crónica organizado por el Ministerio de la Cultura con motivo de los 20 años del 4 de febrero y los diez años de nuestro peculiar abril 2002. Entre los más de 60 trabajos enviados a concurso había análisis históricos, políticos y sociológicos, escritos por historiadores, periodistas, escritores, académicos. También había relatos personales simples, anécdotas de gente común y corriente que se sentó a escribir su historia personal, la mayoría con mucha torpeza pero también con muchas ganas y mucha ternura. En estos materiales me fijé con más atención. Destacaba en ese grupo una narración impactante, silvestre y rotunda por lo honesta. Se titula El diario civil de una realidad venezolana.
La autora envió a concurso un texto que, hace unos años y en otras circunstancias, yo hubiera desechado porque está "mal escrito". Las comillas, para que quede claro que si vamos a atacar la convención burguesa debemos comenzar por atacar lo que ésta considera "bien" o "mal" escrito, de acuerdo con lo que dicen las normas del lenguaje europeo con que nos comunicamos. Pero esta vez, antes de contemplar esa posibilidad, me tropecé con un párrafo que decía lo siguiente (transcribo letra por letra, tal cual lo envió la autora):

  • "Les pido disculpa por qué no soy letrada mi procedencia es campesina y me deje escandirla en la ciudad, ósea tengo los mil errores ortográficos y de todo tipo. Le pido por favor me corrijan"

Y acto seguido se manda la epopeya de su vida: su infancia dislocada por vendavales familiares, su adolescencia en las calles de Caracas, sus peleas a trompadas en Petare, su novio narco (el pran de mi vida), la cárcel, y tras todo este escenario el descubrimiento de que existe un país y un proceso político al cual decide entregarle recursos, tiempo y esfuerzos.
Esta prosa salvaje y su diáfana verdad me cautivaron. Fui a la deliberación con el resto del jurado (Lil Rodríguez, Livia Montes, Antonio Trujillo, Gonzalo Ramírez) consciente de que había muchos otros materiales que podían merecer el premio. Pero, para mi grata sorpresa, todos los demás también tenían este trabajo entre sus favoritos. Así que el concurso de crónica lo ganó esta mujer que no sabe escribir. Tremendo golpe para la convención y tremendo arrebato contra lo que este país ha considerado siempre "cultura".
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La autora resultó ser Dioselis Gabriela Melo, una mujer de 32 años. Ella vive en el sector Caballo Mocho, al lado de la bodega Vaca Vieja (así decía el sobre con su identificación y señas) en Petare. Es una mujer muy pobre que se graduó en la Misión Ribas de Bachiller Integral, y ahora cursa Estudios Jurídicos en la Misión Sucre. De su escrito (8 páginas de cuentos reales esculpidos en verbo incandescente) rescato estos pasajes maravillosos:

  • "Fracasó el matrimonio por maltrato físico, quedó con 8 hijos y una nieta a cuesta, una campesina en la ciudad, no tenia estudio y para colmo mi bisabuela Petra la recibió a duras penas en la casa de Baruta, donde no podíamos salir del cuarto, teníamos un tío con problemas sicológicos (...) recuerdo el rancho de la Lagunita Mariche, se estaba cayendo una noche lluviosa dormimos en un carro de la línea porque se desprendio media casa por el voladero..."
  • "Mamá le pidio que se fuera de su casa y le dio gracias por arrancarle el corazón"
  • "Vivi la vida de los huele pega, aprendi que de día son humanos y de noche animales (...) avia uno parchita los gringos de ahí me tenían asco porque el latero parchita tenia sida y yo pensaba que sida era el nombre de la pareja del latero..."
  • "Era burda de lo chula, en lo que se ponian sexuales les dejaba la peluca y mira que tenia suerte, los chicos mas románticos y bellos del mundo me tocaron a mí"
  • "Que linda mi gente de Petare, me hice un pueblo, los choros me respetaban, aprendí a fumar cigarrillos y estaba reina, comenzaba a construir un mundo para mis hijos, mi gran fama de golpeadora y rebanadora de cachete se espundió..."
  • Me arrepentí de delinquir ya que en realidad le quitaba y asía daño a personas menos privilegiadas que yo (...) Mi mayor satisfacción, aver graduado 24 vencedores de la Misión Robinson en mi comunidad, que mi hijo menor junto a un grupo de jóvenes impulsaran la conformación de un consejo comunal con mi asesoría, y ponerme este vestido histórico de revolución de amor por mi patria de dignidad de independencia..."

La obra de Dioselis es la obra de Dioselis, en su acepción más primaria, verdadera y profunda: ella, antes de contarnos esa vida, tuvo los cojones y los ovarios de vivirla. Pudiéramos ser menos generosos o entusiastas y decir: "a ella le tocó vivir esa vida", pero el caso es que la larga e intensa cadena de episodios que la ha traído a esto que ella es ahora, le pertenece. Digamos que a la hora de su muerte será lo único que que ella contabilizará como suyo, como su propiedad. Cada quien es dueño de una trayectoria, unos tropiezos, unos recuerdos, unas cicatrices y unas sensaciones, y váyase a la pinga quien venga ahora a decirme que es dueño también de la ropa, el carro y la computadora, porque todo eso se va a ir a la mierda cuando el puto cuerpo ya no dé más y vaya a pudrirse en un hueco, en el mar o donde caiga. Usted es usted y un montón de hechos o deshechos, y ya. Duélale a quien le duela, la casita que compró o invadió con tanto esfuerzo le quedará a otra gente o será demolida. Pero nadie puede demoler su vida (y allá cada quien si no está contento con su vidita triste, aburrida, plana, burguesa, estúpida, o lo más terrible de todo: normal) ni quitarle lo bailao.
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¿Por qué tanto énfasis en algo tan obvio como que la vida de uno le pertenece a uno? Por lo siguiente. La escuela (y el liceo y la universidad: la academia en pleno) nos ordenó pensar y aceptar dócilmente que hay señores de verbo y saber incuestionable, sagrado. Así, el señor Rómulo Gallegos se fue para un hato del estado Apure, estuvo por allí dos semanas. Apoyado en la figura del dueño del hato emborrachó a unos peones, los puso a contarle sus historias (que juntas son una Historia del Pueblo), las embutió en unas cuantas páginas, les puso por título "Doña Bárbara" y listo: las clases medias y altas le concedieron a ese tipo el estandarte de emblema de la venezolanidad.
Para los venezolanos resulta normal y natural el hecho de que la historia contada en ese libro le pertenece a ese maldito adeco burgués. A muy poca gente se le ha ocurrido pensar que en realidad ese sujeto se apropió de los cuentos de un grupo de peones de hacienda, los convirtió en material calificable como "literatura" por la convención burguesa, y se ha cubierto de gloria como escritor y creador y pin pan pun.
A la mierda Rómulo Gallegos: hay que ir tras la Doña, tras Marisela, Pajarote. Hay que dejar de leer lo que nos han dicho que es "literatura" y buscarnos urgentemente como país y como pueblo, en los cuentos contados por y desde sus protagonistas, no desde sus interesados intérpretes.

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En un tiempo en el que todo está o debería estar bajo cuestionamiento, esa figura del intelectual engreído que graba unos testimonios, los transcribe, los edita, los moldea, los hace material legible, les coloca un título y una autoría, perpetra un episodio de ese arte tramposo que es la expropiación de una historia (o de la Historia). Originalmente, estos testimonios fueron material dicho, hablado, y antes de eso fueron acto vivido: hecho padecido y gozado. Esa Historia es patrimonio del pueblo de Venezuela, nunca debería ser propiedad o mercancía ni producto para engorde de la industria editorial o del bolsillo de un autor.
Iba a decir que la aparición de Dioselis me indica que estamos en presencia del autor del futuro: el que narra desde su propia vivencia y no anda robándole o quitándole prestado el testimonio a los demás. Y que El Autor, esa figura de la sociedad burguesa, está en proceso de extinción. Es más realista admitir que ese Autor convencionalmente aceptado como tal (el escritor, el periodista, el historiador) vivirá seguramente un par de generaciones más, pero que desde ya está en quiebra. Y que su cuestionamiento debería profundizarse y acelerarse para que empiecen a surgir y a figurar las Dioselis, los autores/autoras del futuro.
Si alguien detecta en todo lo dicho anteriormente un atentado contra libros como Del 11 al 13, "AUTORÍA DE" José Roberto Duque, debe ser por algo.

sábado, 10 de marzo de 2012

La Piedrita, la guerra mediática y la otra

  • Esta es la "lógica" que maneja el periodismo de cloaca hecho en las corporaciones de la información: "al colectivo La Piedrita le asesinaron a dos militantes. Por lo tanto hay que meter presos a los militantes de La Piedrita". Por su parte, mientras el enemigo hacía desastres con la información de los asesinatos en el 23 de Enero, el canal del Estado se dedicaba a reseñar una marcha en la Francisco de Miranda. En una guerra de mierda tenía que proliferar un periodismo de mierda, inservible unas veces, mentiroso y deformador las otras.


La dirigencia antichavista padece de un mal muy difícil de superar. Es una angustia, un plomo en el ala, una falla de origen, un defecto de fábrica: sabe que la democracia reside en el pueblo (en nosotros, los pobres explotados e hijos de pobres explotados) pero está imposibilitada para llegarle al pueblo, para comunicarse de manera eficiente con nosotros. Esa imposbilidad ha hecho que, durante muchos años, en lugar de hacer política se haya dedicado a hacer televisión. Es más cómodo discursear desde un estudio de televisión que hacer un transplante de clase y animarse a vivir en un barrio para poder hablar desde el barrio y no desde la chismografía y los prejuicios clasistas. Sifrino es sifrino y su apellido es mierda. Y si aparte de eso se dedica a hablar de los barrios pobres como si supieran qué significa eso, ya ustedes se imaginarán el tamaño de la aberración.

Esta es su "lógica" y su praxis. Esta madrugada ocurrió una tragedia en el 23 de Enero. Dos muchachos del sector La Piedrita fueron asesinados más arriba, hacia El Observatorio. Quienes hemos vivido en el 23 de Enero sabemos que en La Piedrita la comunidad ha logrado disminuir el crimen violento a cero. El crimen fuie cometido en otro sector. Como ningún dirigente antichavista puede saber eso, porque está física y sicológicamente imposibilitado para conocera esa parroquia desde sus resortes más profundos y en sus manifestaciones más visibles, porque el pueblo profundo los detesta a todos, entonces se inventa una historia ayudado por algún idiota del barrio que todavía se deja embelesar por la sifrinería perfumada que quiere ocupar cargos en las alcaldías de Caracas; acude a una empresa televisiva y desde ahí da la "primicia nacional": al colectivo La Piedrita el hampa o el narcotráfico le asesinó a dos militantes y por lo tanto hay que meter presos a los militantes de La Piedrita.

Por ahí anda el Ecarri, difundiendo una foto suya escoltado por cuatro comemierdas (porque hay mucho comemierda en los barrios dispuesto a entregarle la vida, los esfuerzos y el culo a los ricos) haciéndole creer a la gente que él sí sabe lo que pasó esta madrugada. Entonces hay que creerle a él, un sifrino mediopendejo que hasta hace un año no había pisado un sector pobre en Caracas ni en ninguna parte del mundo. Sifrino es sifrino y su apellido es mierda.
El panorama de la manipulación lo completa otro imbécil de apellido Torrealba, a quien le pagan en dólares un show llamado "Radar de los barrios", espacio destinado a convencer a una legión de estúpidos de cierta fantasía que da más risa que arrechera: según el tal radar toda la gente de los barrios es antichavista, y el que se atreva a decir algo a favor de Chávez en esos cerros es porque le pagaron y hay que lincharlo, primero mediáticamente; y después, ya veremos.
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La contralectura de todo este montaje infecto es la que nos envía el chavismo oficial y también da asco. Mientras Globovisión se daba banquete inventando, hurgando, teniendo orgasmos con la historia de unos pobres que mataron otros pobres, e insinuando que a las víctimas de esa masacre hay que meterlas presas (eso es lo que andan proponiendo Globovisión y todo el sistemita de mercachifles de la "información"), del lado de acá la contralectura era: la noticia más importante de Caracas es la marcha chavista que recorre la avenida Francisco de Miranda rumbo a Petare.

En un momento del mediodía el jefe, comisario o dueño del CICPC dio una rueda de prensa para informar lo que se supone que los investigadores saben mejor que mucha gente, que se informa por twitter, por radio o televisión, e increíblemente ahí TAMBIÉN Globovisión le robó el show a VTV y al sistema de medios públicos, pues ahí estaban sus sirvientes (por ahí los llaman "periodistas") bombardeando al comisario con preguntas pertinentes y de las otras. De los medios del Estado, que se sepa, no había ninguno cubriendo la rueda de prensa. Así que lo que publiquen o hayan publicado los medios públicos esta tarde sobre los eventos de La Piedrita, lo vieron por Globovisión.

Sí, es una verdad infecta, asquerosa, dolorosa y coñoemadre, pero es la verdad, y alguien tiene que decir una maldita verdad en este puto país una vez en la vida, así nos duela o nos arreche.
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En lo personal, manejo dos fuentes de información sobre lo ocurrido en La Piedrita. Una es el testimonio directo de Nelson Santana, militante de ese colectivo. Este compa me informa que los jóvenes Oscar Navas y Raymond Bustamante, militantes también, estaban en la parte alta, hacia El Mirador, y fueron emboscados por elementos del hampa común o el paramilitarismo (amenazas permanentes en las zonas donde no hay colectivos organizados) y asesinados a balazos. La Piedrita ha realizado las averiguaciones mínimas necesarias para dar con los asesinos, y en ese interin ha habido violencia y "ataques conra la propiedad": unas motos y unos carros incendiados en el 23 de Enero.
Santana informa que no ha sido el colectivo La Piedrita el que ha perpetrado esos destrozos. Las veces que La Piedrita ha cometido algún acto violento o que la sociedad califica como criminal, sus voceros lo han dicho por el medio del cañón y sin que quede lugar a dudas: los ataques a Globovisión, una cámara arrebatada a esta empresa criminal que se hace pasar por informativa, unas bombas lacrimógenas aquí, unas fotografías de muchachos armados acá. Cada vez que La Piedrita hace algo, La Piedrita lo informa. A veces esa comunidad y esa organización comete errores, algunos más graves y otros más ingenuos, pero ahí está esa gente inventando un país en los hechos mientras otros sólo lo inventan en el discurso y la habladera de paja. Así que yo no tengo ninguna razón para creerle más a Globovisión, al radar de mierda o al mamagüevo de Ecarri que a La Piedrita.
La otra fuente que tengo, y que me merece confianza porque se trata de gente que vive ahí (a ellos no les cuentan las vainas el amigo de un vecino del primo de la mujer de un pana: ellos VIVEN AHÍ) es la gente de el23.net, y este es el reporte que han hecho de los sucesos de hoy:


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Respecto a Chávez, ya antes fijé posición sobre una de sus frases favoritas respecto a Valentín Santana y la comunidad. Chávez dice, cada vez que Santana lo hace arrechar, que La Piedrita está infiltrada por la CIA. Si Chávez viviera en el 23 de Enero (y si no estuviera rodeado de sifrinos tan sifrinos como el Ecarri) sabría que eso no es verdad, que ahí lo que hay es trabajo comunitario y entronización y armonía con el tejido social de esa comunidad. De otra manera no hubiera ocurrido lo que ocurrió hace un mes: los cuerpos policiales fueron a ver si capturaban al "criminal" Valentín Santana y se encontraron con una comunidad de pie rechazando allanamientos y abusos.
La gente derrotando al Estado: cuando estemos más maduros como sociedad; cuando el pueblo comience a escribir su propia historia y se remonte a los orígenes e hitos de la sociedad comunal, acudirá a la historia de La Piedrita y se encontrará con que por allá, en los albores del siglo XXI, había una comunidad que ante la quiebra del Estado burgués decidió experimentar con otras estructuras organizativas, ganó algunas batallaso demás es fábula inventada por estúpidos mercenarios al servicio de los ricos, disfrazados de "profesionales de la comunicación" de clase media.

jueves, 1 de marzo de 2012

Febreristas y ardorosos

Sí, este artículo debí escribirlo y publicarlo al comenzar febrero y no cuando ya se fue. Pero aquí hablaremos de la muerte, y lanzar epitafios al vuelo a veces es pertinente.
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Todas las sociedades y culturas del mundo industrializado muestran con orgullo sus heridas y sufrimientos. En el lenguaje de la locura civilizatoria, invocar una historia heroica significa recordar que se ha tenido una historia dolorosa. Tal cual los hombres envejecidos o en proceso de envejecer, los países, pueblos y naciones le otorgan al sufrimiento el carácter de maestro terrible y por eso las cicatrices se muestran con orgullo. Civilización: el duro y largo camino desde el salvajismo hacia la paz, con escala indefinida en la barbarie.
He dicho “los hombres” porque no es femenina la exhibición de heridas y deformidades, y ya no hay enigma o misterio alguno en el hecho de concluir que la machista historia de la humanidad guarda relación directa con los golpes propinados y recibidos: a carajazos se ha construido y destruido la raza humana, la muerte se llora y se celebra porque de eso está hecha la Gloria y construirla ha sido tarea de varones, jefes y esclavos que en su guerra secular han levantado obras monumentales y descendido a abismos espantosos.
Los golpes y accidentes forjan el carácter, son el alimento de la templanza. Los tiempos de paz son el presunto premio al final de la apoteosis guerrera, pero ningún conglomerado humano se enorgullece de su vocación pacífica (a pesar de la propaganda cristiana y las muchas adulancias a un Ghandi) sino de su capacidad para guerrear, de sus verídicas o más o menos exageradas epopeyas.
El pueblo de Venezuela, como cualquier otro, tiene atrás (y adelante) un notable tránsito por esos duros derroteros del dolor. Como cualquier otro (hay que insistir en esto), rinde culto a héroes cuyo renombre está asociado al mucho matar y al terrible morir. Desde Guaicaipuro hasta los mártires de abril 2002, pasando por Bolívar, Ribas, Zamora y todo ese catálogo de nombres galvanizados en la conciencia colectiva de los venezolanos figuran en las narraciones básicas de nuestra formación ciudadana con alguna mención a la sangre y la destrucción. Es verdad que otros íconos genuinos o impuestos (Reverón, Carreño, los muchos músicos, artistas y figuras queridas) vienen a matizar ese colosal cementerio de descuartizados, pero nunca verá usted a nadie mencionado por encima de Bolívar, Páez y los otros; la memoria del quehacer y el fundar tiene el ancla clavada en la muerte y no en el disfrute o la contemplación.
Estas cosas me vienen a la memoria porque recién culmina febrero. Y febrero resume buena parte de lo que fuimos construyendo, de las veces que tuvimos esperanzas y de las veces en que fuimos masacrados. Febrero es la síntesis del relampagueante y ardoroso camino que ha sido forjar historia en Venezuela.