miércoles, 30 de mayo de 2012

Historias pacientes: crónicas de la salvación en La Habana


Cada vida una historia: parece obvio, parece eslogan, pero entre los venezolanos que han venido a La Habana a tratarse distintas dolencias por el Convenio Integral de Salud Cuba-Venezuela esa lógica adquiere su exacta dimensión. En su mayoría, nuestros compatriotas han venido aquí porque el capitalismo los enfermó o los lesionó de distintas formas, tanto en lo físico como en lo sicológico, y a veces en aspectos quizá más inasibles como la dignidad.
Hay gente muy pobre aquí, y también personas de clase media. Estamos instalados en un lugar de reminiscencias literarias: la Marina Hemingway, y dentro de ésta, el hotel El Viejo y El Mar. La viñeta respectiva indica que es un hotel de 4 estrellas, pero para quienes las hemos visto más feas y más bonitas este hotel debe tener unas 30, y esto incluye la atención. Hay un equipo médico instalado aquí, sirven 4 comidas diarias (cuatro; cuatro comidas), hay transporte para el Centro Internacional de Salud La Pradera, otro que va para el centro de La Habana para que la gente se distraiga, y las menudeces que ya ustedes saben (tipo piscina, la respectiva vista colosal hacia el Golfo de México, etc.).
¿Por qué es importante este recuento que parece un folleto turístico? Porque el capitalismo suele tratar así a la gente que tiene dólares para desembolsillar, y de ninguna manera nos concede este trato a los pobres, y mucho menos a los pobres cuyas únicas credenciales son una cédula de identidad venezolana y un padecimiento.
Paréntesis: por un acuerdo con las autoridades médicas del Convenio y el Centro de Prensa Internacional, que debe expedirme un permiso para que pueda proceder a hacer la investigación, no debo realizar ni divulgar entrevistas. Pero como nadie me ha impedido la recopilación de historias y sentires de mi gente, quiero entregar un breve resumen de los casos que me han impactado; tanto los de personas que están aquí como de otros que ya están de regreso a Venezuela. Al final incluyo el insignificante caso de un paciente que no estaba en la lista. El paciente que faltaba.
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Está el caso de Germán, un buzo soldador que recibió una descarga eléctrica en la parte alta de un buque, cayó desde una altura aproximada de tres pisos y aterrizó sobre una viga “doble T” de hierro que lo atravesó desde la espalda hasta el pecho. Sus compañeros lo levantaron para desencajarlo de la viga, pero los pobres amigos no sabían cómo hacerlo exactamente (poca gente anda por la vida sacándole vigas del cuerpo a los panas) así que el estómago y unos cuantos metros de intestinos salieron por la parte de atrás. En Venezuela lo operaron varias veces, y cuando ya a Germán no le quedaba plata para pagarles a los médicos u a operación al mes su hermano llevó su caso al Convenio y aquí está en Cuba, echando el cuento y sin pagar ni un centavo más por las operaciones realizadas y las que faltan.

Está el caso de Edmundo, su sobrino y su sobrina. Edmundo es sobreviviente de la masacre de Yumare y será operado de catarata en breve. Su sobrina de 12 años es sobreviviente de una desviación crónica de la espina dorsal: estuvo toda su niñez caminando doblada hacia un lado, de manera grotesca y anormal; en Cuba le reconstruyeron la columna y ahora entrará a la adolescencia caminando derechita, con una esbeltez con la que seguramente soñó muchas veces. Su primo, Pedro, recibió un balazo en la femoral, ya fue operado y camina con muletas; espera nuevas intervenciones para quedar como nuevo.

Está Edimar, una chama de 21 años afectada de lupus desde los 12. Casi no sale de la habitación. He adquirido el hábito de ubicarme en el malecón frente al hotel en los largos atardeceres habaneros (en esta época el sol se oculta a las 9 de la noche) nomás para verla allá arriba en su balcón tomarle fotos y fotos y fotos y fotos al solazo rojo, que siempre se pone a jugar con el mar metálico y los crepúsculos. Debe tener miles de gráficas de ese morir de los días esta coetánea de mi hijita, Agua de Luna.

Está el caso de José Luis, quien se estrelló en una moto y su brazo izquierdo quedó inutilizado, pues se le rompieron los ligamentos y los nervios. Hoy mismo le están retirando unos alambres que le colocaron en el hombro; los jodedores aquí le dicen que a él lo agarró fue el Zorro, porque la costura que le hicieron al culminar la operación es una gran “Z” en la parte superior izquierda del tórax. Cuando hablé con él estaba contándole a un compa lo asustado y deprimido que se sentía porque trataba de mover los dedos y éstos aún no le respondían. El pana a su lado se carcajeaba y le mostraba los movimientos de su brazo: “Yo estaba peor que tú, güevón, y mira ahora: son unos meses de fisioterapia”.

Está el caso de  Eva, una chama (14 años) que me dio algunas lecciones prácticas de eso que llaman maduración temprana o entereza ante las adversidades. Ante mi pregunta indiscreta: "¿Y Eva por qué está aquí?", ella respond: "No tengo defensas. Soy inmunodeficiente. O inmunosuprimida, como tú quieras. Desde que tengo 8 meses. Cada vez que me da gripe se me convierte en pulmonía y en neumonía". Ella está acostumbrada a medir la sorpresa y la turbación en el rostro de los demás, así que esto me lo dijo mirándome fijo a los ojos. Y yo, acostumbrado a huir hacia adelante cuando me presionan: "¿Tienes VIH?". Ella responde: "No. En mis exámenes salen bien todos los valores. Ya tengo un mes aquí y todavía no sabemos qué tengo". Le pregunté si quería darme su testimonio para el libro que estoy escribiendo, y ella respondió: "Mejor entrevista a mi mamá, ella es la que ha sufrido todo esto".

Está el caso de Antonio, un chamo de 26 años que fue operado de la vista en Cuba, de la cual salió en perfecto estado y se le indicó que debía volver a los ocho meses para una segunda operación. En su angustia de muchacho joven se dejó convencer por amigos que le recomendaron hacerse esa segunda operación en una clínica en Venezuela. Le cobraron una cantidad de dinero por ello, por supuesto. Al culminar la operación se percató con horror de que el trabajo anterior quedó arruinado y su vista también; los daños son irreversibles y el muchacho no volverá a recuperar la visión.

Está el caso de Glory, una coñita de 12 años a quien acaban de entregarle el tratamiento completo contra el vitíligo (en Venezuela, si se consiguiera, costaría más de 40 mil bolívares) para que se lo termine de aplicar en su casa, en Acarigua, y no tengo problema alguno en declarar que la de esa niña es la sonrisa más hermosa que he visto en años, y que colocaré aquí cuando la superveloz conexión cubana de internet me lo permita.

Está la historia de Raymar, una chama de Catia que a los 15 años recibió un balazo en el abdomen y el proyectil le atravesó el estómago y le lesionó la columna. La muchacha estuvo postrada muchos meses sin  poder caminar; vino a Cuba, aquí le reconstruyeron sus órganos y partes lesionadas y a sus 18 años ya camina con bastón.

Está el caso de José Luis Flores, quien desde 2003 está viniendo a Cuba. Primero, por un cáncer que ya fue curado; ahora, para enfrentar a un enemigo múltiple, un monstruo de mil cabeza: diabetes, artrosis, unas cuantas hernias discales.

Están las historias de docenas de compatriotas quemados, otros afectados de vitiligo, tuberculosis, artrosis, otros con problemas neurológicos o motores severos. Muchos se han curado y otros están en eso.
Y está la historia del paciente que faltaba: un escritor, comunicador o periodista que vino a buscar y a contar las historias de estos compas aferrados a la vida, y que para no perder la oportunidad fue a revisarse un simple caso de foliculitis y terminaron informándole que es hipertenso y que deberá tomarse una pepa o dos, de por vida, y limitarse a comer unas vainas simples y adiós a la bebida.

Ya saben quién va a dejar ahoritica mismo de comer cochino y tomarse las cervezas, ¿no? Bueno. Ese mismo. Sí, cómo no.

domingo, 20 de mayo de 2012

No hay petróleo en el mundo que pague una vida salvada


Me encuentro en La Habana recopilando historias y testimonios para un libro. Allí hablarán los pacientes beneficiados por el Convenio Integral de Salud Cuba-Venezuela. Hasta la fecha han sido atendidos 51.464 venezolanos con distintas afecciones o lesiones. Todas las semanas sale de caracas un vuelo con 130 pacientes y acompañantes para tratarse en el Centro de Salud La Pradera y otros, así que la cifra anterior ya seguramente perdió vigencia cuando usted lea esta nota.
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Las primeras historias a la mano son impactantes, como cabía esperar. Está la niña Silvana Navas, quien nació con un extraño síndrome que impedía que su cráneo creciera a la par del resto del cuerpo, por lo cual el cerebro quedaba atrapado en una bóveda de huesos y amenazaba con colapsar. La niña ha sido tratada por tres años por especialistas cubanos y, a sus cuatro de edad, ya se encamina hacia una vida plena.
También está la historia de José Daniel Torrealba, un joven intoxicado con agrotóxicos que adquirió una enfermedad degenerativa llamada aplasia medular. Su hermano debió fungir como donante de médula para un transplante porque su sistema inmune bajó a cero y su muerte era cuestión de poco tiempo; acá en Cuba se lo hicieron sin que tuviera que pagar ni un centavo, y hoy José Daniel ha vuelto a hacer deporte y a hablar con entusiasmo del futuro. Ambos casos habían sido etiquetados como gran negocio por la medicina privada: si no existiera el Convenio los familiares de esas personas hubieran tenido que pagar muchos miles de dólares (millones de bolívares) o decretar su condena a muerte, por ser pobres.
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El Convenio Cuba-Venezuela es uno de los movimientos humanitarios más importantes del planeta. A cambio de petróleo y energía (que a Venezuela le sobran) Cuba nos está entregando la excelencia de su ciencia médica. Todo el petróleo de la tierra no alcanza para pagar una sola de las vidas salvadas por los hermanos de Cuba.
En próximas entregas, más datos y testimoniales de esta página de nuestra historia.

martes, 8 de mayo de 2012

Caracas PA MÍ SOLO y los demás que se pudran

Esa del título es la actitud de los carajitos del maldito video, que sería bueno que pasara de moda y que lo pensáramos desde otros ángulos. Eso de "Qué fina sería Caracas sin gente" pasará a la historia de los decires lamentables, tal vez equiparable en carga racista y fascista al "Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra", que por cierto habla de otra de las muchas formas en que nos han dividido como pueblo.
Al respecto:


El título se refiere también, por desgracia, a la actitud de una cantidad de compas chavistas que no soportaron unas palabras mías en televisión (Clic por aquí: http://www.youtube.com/watch?v=vs3wHXrTGWc) en referencia al proceso de destrucción de Caracas como construcción capitalista.
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Yo dije que Caracas se está cayendo a pedazos (y lo hice por respeto: lo que tenía en mente era decir que se está volviendo mierda).
Dije que es natural que eso ocurra porque es una ciudad capitalista y como tal es indefendible.
Dije que entonces la diferencia entre los pobres en rebelión y los ricos en desesperación es que ellos huyen y nosotros nos quedamos aquí guerreando, a ver qué hacemos con esto.
Dije que me parece de pinga que el capitalismo haya construido una ciudad-campo de concentración para su provecho y disfrute, y ahora los hijos del capitalismo no quieren vivir en el monstruo que crearon sus padres y demás antepasados.
Pero el simplismo, la paranoia, el profundo miedo a ver el país, la humanidad y la Revolución más allá del simple esquema escuálidos versus chavistas; la tremenda estupidez de algunos y el carácter de funcionarios enamorados de sus respectivas labores en alcaldías e instancias gubernamentales, llevaron a una gente a acusarme de haberles echado mierda a las gestiones de Jorge Rodríguez, Jacquelín Farías y el mismísimo Hugo Chávez. Y claro, ustedes saben que quien incurra en esa herejía debe ser execrado por escuálido y contrarrrrevolucionario. En concreto, me han echado en cara esta sentencia: Si tan fea te parece Caracas ¿por qué no te vas con los sifrinos esos?
Juicio sumario al Duque: hay que lincharlo porque el bicho se atrevió a decir que Caracas está jodida, y eso que uno lo ve tomando aguardiente o chocolate en los alrededores de la Plaza Bolívar. Qué bolas.
Creo saber cuál fue el proceso mental que llevó a la mayoría de ellos a la indignación y a la histeria. A ver: los carajitos del video ese Caracas ciudad de despedidas dijeron que Caracas es un asco; entonces yo, para no ser como ellos, tengo que decir que está de pinga. Si ellos dicen que la mierda sabe a mierda yo DEBO decir que sabe a gloria; si ellos dicen que en Caracas está todo mal yo DEBO decir que está todo bien. Bonita lógica que ha lesionado a muchos en un flanco esencial del ser rebelde: ya mi capacidad de crear y aportar al debate no está sujeta a la libre observación sino a lo que el enemigo opine primero, y a lo que mis jefes me permitan o no me permitan opinar.
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Misión Imposible: explicarle a alguna gente que un proceso de devastación y de humillación de seres humanos que va para 500 años no lo resuelve una gestión gubernamental, ni diez ni veinte. Ni Jorge Rodríguez ni nadie puede corregir un desperfecto secular de esta y todas las capitales latinoamericanas. Lo único que puede hacer un Gobierno municipal es lo que está haciendo el actual: fomentar procesos de conciencia y resistencia al capitalismo, y mitigar un poco los procesos de deterioro de la ciudad. Pero la ciudad (esta y todas las que fueron creadas por el capitalismo) está en decadencia. Es un cadáver que puede ser maquillado pero no resucitado ni convertido en poblado socialista.
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Vuelta al segundo párrafo. Lo mínimo que uno espera cuando echa a rodar una idea o propuesta es que muchos salgan a rebatirla; nada más triste y sospechoso que una opinión que cuenta con el aplauso unánime de todo el mudno. Así que lo lamentable no ha sido que haya deacuerdos ni que algunos me hayan mandado a lavarme el hueco del culo (ni que fuera la primera vez), sino la actitud de algunos en este sentido: Caracas está muy bien y tú eres testigo de ello porque te la pasas en el centro de Caracas. Lo cual es, en esencia, la misma actitud de la carajita del video: ella quiere que en Caracas no haya más gente sino ella, sus amigos y familiares, y el camarada rabioso quiere hacerme creer que Caracas es sólo el casco histórico y la gente que trabaja o transita en sus alrededores. Hace dos semanas una muchacha llevó a su hija al Periférico de Catia mordida por ratas mientras dormía, en su rancho de Gramovén. Pues bien, esa muchacha está en la obligación de tenerle afecto a la ciudad porque Joaquín Cortés bailó gratis en la plaza Diego Ibarra.
En estos días de lluvia vuelve el terror a una Macayapa devastada donde todavía "vive" gente. Pero decir esto, sin acotar que Jorge y Jacquelín han embellecido la ciudad, es un acto de traición. Para algunos, Caracas es el montón de oasis poblados de cafés y bares parecidos a los de Los Palos Grandes. En aquellos se reúnen los sifrinos de derecha; en éstos se reúnen los sifrinos de izquierda. Y sí, yo me seguiré echando palos en unos y otros y donde me dé la gana de hacerlo.
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La actitud se llama, en el menos grave de los casos, individualismo: Caracas está bien si SSHHHOOO la disfruto, y está mal si SSHHHOOO la padezco. Por lo tanto, hacer análisis sobre la gente que está padeciendo más allá de mi disfrute, y disfrutando más allá de mi desgracia, es castigado. Es, repito, la misma actitud: si la estás pasando bien, quédate TÚ; si la estás pasando mal, lárgate TÚ. Ya por ahí me mandaron a la mierda: si no opinas que esto está bello, puedes irte. Una imposibilidad trágica de entender que el país es algo más que uno y el entorno de panas con que uno se toma las birras. Como si el confort o la pelazón de bolas de uno solo (del Duque, en este caso) definiera qué es bueno o qué es malo para una Caracas jodida estructural y espiritualmente.
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Como siempre, esto no pasará de ser una escaramuza virtual más entre tuiteros y opinadores. La Caracas en destrucción, por suerte, está bullendo en los barrios, donde el arte es un grito de protesta y de rabia. Mientras las alcaldías construyen y maquillan el pueblo grita sus expresiones de resistencia y rebelión. En eso anda la multitud. Usted puede seguir tomándose los vinos donde Rocío y comiendo pizza donde Evio. Disfrútelo, pero téngalo claro: ESO no es el socialismo. Es un oasis para el relax dentro de una ciudad capitalista, tan sólo eso. Lo demás es caerse a mojones.

sábado, 5 de mayo de 2012

Ciudad de despedidas




Eso que aparece en el video no es, como muchos creen y dicen, espantados, la juventud venezolana. Es apenas una parcela de la juventud urbana (perdón: urbanizada). O sea.
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Caracas no es una sola (clic: El Discurso del Oeste), así que eso tampoco es la juventud caraqueña: es apenas el fragmento de una especie de tribu caraqueña o urbana, de clase media o con aspiraciones de serlo. Estoy seguro de que más de uno de esos vergajos es pobre y sus padres se partieron o se parten el lomo para seguir convirtiendo a sus hijos en esa cosa lamentable. O sea.
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El video es un documento formidable, útil, importantísimo. Es la radiografía más importante que he visto de la mentalidad fascista en formación. Nada de lo que diga Chávez o recite cualquier tratado de sociología, filosofía política o siquiatría clínica es capaz de explicar mejor que ese video qué cosas son esas llamadas endorracismo, odio clasista, enemigo de clase, lucha de clases. Si yo tuviera poder de decisión en el Ministerio de Comunicación e Información transmitiría ese documental en cadena nacional. Es importante que los venezolanos lo veamos, analicemos y discutamos. Caracas, ciudad de despedidas es el mejor argumento para explicarle a nuestra gente pobre por qué sería una tragedia social e histórica espantosa que Henrique Capriles Radonski o alguno como él (como los coñitos del video) sea presidente de la República. O sea.
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Esos muchachos que hablan allí son hoy fascistas en formación y mañana serán fascistas formados. Hoy sólo tienen el impulso primario de despreciar como se lo indican sus apetitos y su conciencia burguesa en proceso de germinación; mañana sabrán cómo se llama eso que los mueve, mañana habrán revisado la historia humana, despreciarán a nuestros muertos y se enorgullecerán de quienes los asesinaron. La madurez o entrada a la adultez no borrará sus percepciones sobre lo feo e indigno que es el país en que nacieron sino que las agravará. Hoy y mañana, ellos creen y creerán que son demócratas y que aman la democracia. Ellos creen que saben qué cosa es la democracia. Ellos creen que Chávez es un tirano y que ellos son ejemplo de cómo debe ser una gente decente. El impulso frenético originado en su sueño de confort, de esa forma de confort que sólo es posible aplastando y segregando a los más desvalidos, hace prever fácilmente que esos muchachos dentro de unos años tendrán dinero, tendrán poder y tendrán esclavos y no les importará que se les note. Esa energía con que hoy hacen sus análisis políticos y sociológicos (porque eso es lo que hacen, gústele o no a la cofradía intelectual chavista o izquierdosa) la emplearán mañana en acumular riqueza, en esclavizar pobres (y dirán: "O sea, estoy generando empleos para estos negros, o sea") y en cumplir su sueño: irse de Venezuela o recluirse en un oasis de burguesía protegido de los malandros y los ruidos y los olores.
Una de esas muchachas está unos pasos por delante de sus coetáneos: tiene prestigio. Lo heredó de sus padres, que son artistas reconocidos y adulados por la burguesía. En un sitio web que ha sido clausurado de emergencia, estaba reseñado un micro documental que anunciaba así a las mujeres protagonistas del audiovisual: "Dos de las personas más talentosas de Venezuela". Se refería a Raquel Abend y a su mamá, ambas artistas plásticas y parece que la hija es también poeta. Chama con pedigrí. O sea.
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Esa Venezuela, esa visión del mundo, esa parcela infecta, desaparecerá. Está en vías de extinción. No significa esto que su poder esté disminuyendo o que un día de pronto amaneceremos sin esta clase de enfermos; tampoco significa que un día de estos los vamos a acabar a metralla. Significa que los saltos históricos estructurales y de conciencia que se han dado en Venezuela están favoreciendo la proliferación de otro tipo de gente. De gente a la que no le molesta la gente. De gente que sabe que, en efecto, Caracas está vuelta mierda, pero que sabe por qué; gente que seguramente tiene un íntimo anhelo de largarse pero no para afuera, sino para los adentros, en busca del país que nos arrebataron.
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Una vieja (y mala) película sobre una invasión de arañas en un pueblo gringo fue promocionada con un lema o eslogan interesantísimo: Tú odias a las arañas. Ellas también te odian. Camaradas, por favor crean esto, procésenlo, entiéndanlo: así como uno se indigna o ríe a carcajadas, o ambas cosas a la vez, cuando ve documentales como ese de los carajitos sifrinos, de la misma manera ellos se ríen y se espantan cuando ven nuestros videos de raperos, buhoneros, mujeres pobres destruidas por el sistema. Eso mismo que usted siente al verlos a ellos lo sienten ellos al vernos a nosotros. Siempre fue así, sólo que ahora lo estamos reconociendo y discutiendo públicamente. O sea.
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De eso, justamente de eso estamos hablando cuando decimos que en esta Venezuela dislocada, gobernada y saqueada desde siempre por los ancestros de esos muchachos del coñísimo, hay una revolución que debe profundizarse. Porque está tibia o en etapa germinal. Porque, aunque tenemos a uno de los nuestros en Miraflores, todavía pulula el sifrino que jode en cargos altos y medios, en instancias de decisión, y esa es la razón por la que de vez en cuando se dan procesos y episodios que nos parecen incongruentes y decepcionantes; contradictorios y dolorosos. En la estructura del Estado no ocurrirá nunca un Gobierno del pueblo y para el pueblo. Hoy hay mucho pueblo en la burocracia estatal, pero los sifrinos están al mando. Algunos de esos funcionarios sifrinos han decidido violentarse y ponerse a trabajar para el pueblo; eso es algo pero nunca pasará de ahí. El Estado burgués siempre será conducido por burgueses o aspirantes a burgueses. Así que los esfuerzos deben centrarse en la construcción de una democracia callejera, asamblearia, y ese es un dato chavista que algunos entienden y otros no: el dato del Estado comunal, los miles de gobiernos locales sustituyendo al Estado Nacional, lentamente, paulatinamente, en un proceso de multitudes y generaciones que hará inviable la existencia de seres como los del video.

O sssseeaaaa...