viernes, 2 de octubre de 2009

Rastafaris

Para Any, por esos 19 recién cumplidos.


Siempre me ha resultado difícil el contacto y la relación con religiosos. Con todo, la invitación a ir a una comuna rastafari tenía su encanto. Prejuicioso uno, apenas me dijeron "rasta" me empezó a oler a marihuana, y me entusiasmé. por cierto, hubo un debate muy franco con la gente de la comuna acerca de la necesidad real de presentar en televisión la forma de vida y la cotidianidad de los rastafari. Se quejaban, con razón, de la banalización a que los citadinos sometemos a los rastas.
Uno tiende a pensar que estos compas no son más que hippies y fumones que se pasan la vida hablando de paz y amor. En el diccionario de los prejuicios, "rasta" o rastafari se define así: bicho pelúo y en permanente nota de mafafa. Sólo al profundizar en su propuesta y su visión del mundo se encuentra uno con que van en el camino correcto (sólo que quizá con un método innecesariamente hermético y engorroso): ellos detestan y han decidido combatir las dinámicas de las grandes ciudades, la tragedia que significa la deshumanización del ser metido en un campo de concentración que te enferma.


Hubo otras razones que me animaban. Tenía que ver con que uno es metío por vocación y siempre lo atraen las vainas no convencionales, como por ejemplo que una muchacha vaya a parir naturalmente en un temascal: dícese construcción en forma de iglú hecha de bambú, cubierta con una lona, donde se meten los interesados para un ritual de purificación con unas piedras calientes a la manera de un baño sauna y tal.



Ana María iba a parir allí, de pie, y nuestra visita tenía por objeto ver si obteníamos la primicia en video. Uno es un cochino buscador de primicias. De entrada me lo dijeron: "No caballero, los aparatos electrónicos interfieren con la energía que debe predominar en el momento de ceremonia tan íntima y trascendental". Iba a venir al mundo un chamo. No es para hacer un show. Any entrevistó a Ana María para que le explicara el proceso, el concepto y la esperanza: nacer lejos de la ciudad y las clínicas mediante un proceso natural donde el amor, la gravedad y los fluidos lo hacen casi todo.



En esos días yo era director de Información de Ávila TV, y me fui para allá con un equipo, dos reporteros (Any, Manuel) y dos camarógrafos (Wilher, Daniel). Hubo que llevar a cabo una pequeña travesía. Llegamos de noche al lugar hasta donde se puede entrar en un carro pequeño como el mío y hubo que caminar a oscuras (nadie llevó una linterna) por una carretera de tierra que según los datos nos llevaría al sitio en 15 minutos, metiéndose en la montaña por San Jorge (cerca de Chuspa, estado Vargas). Como a la hora de dar pingazos empezamos a sospechar que la vaina no era por ahí. Pero perderse es parte del vacilón cuando uno camina por el monte, y al fin llegamos, de noche. Pocas cosas reconfortan más que bañarse de noche en un río. El extravío y la caminata valieron la pena.
Breve paréntesis, para un cuento que no tiene que ver con el tema, pero que sucedió. En esos días yo andaba huyéndole al persistente recuerdo de una niña de esas que más vale no haber abrazado nunca, porque uno no es de piedra y su pareja existe y tal. Llamémosla Mariana. Aquella ocasión me servía, entonces, como escape temporal de la presencia, la mención, la cercanía y el aroma fuerte de la gran Mariana. El chiste es que esa vez salimos de Caracas, nos internamos en el monte, caminamos como pocas veces en los últimos años, llegamos a una comuna dentro de una montaña convenientemente intrincada y sin señal para los celulares: eso se llama alejarse. Entramos por un portón olvidado del puto planeta, nos presentamos como la gente de Ávila TV que iba a hacer un reportaje, y de pronto en la oscuridad, semialumbrado por una candela tímida, sonó la voz gruesa de un rasta que dijo (juro por mi madre que lo dijo): "¡Ah!, Ávila TV. ¿Qué tal Mariana? ¿Trabaja ahí todavía?".
Dormimos y en la mañana empezó el choque, llamémoslo cultural. La gente de la comuna empezó a notificarnos de las cosas que estaban prohibidas. Hasta ahí todo normal, todo en orden; cada quien pone las reglas en el lugar donde vive, practica su culto o hace militancia. Luego vino el detallazo de que se le exigió a Any ponerse una falda larga para cubrirse las piernas, y un trapo en la cabeza para cubrirse el cabello (el trapo tiene otro nombre más exótico o elegante; estamos hablando de una cofradía que llama "princesas" a las mujeres). Nada tan grave como para producirme molestia alguna, realmente, pero de todas formas hubo choque cultural. Somos distintos y yo tuve que aceptar la distinción que ellos imponen, no al revés. Justo como cuando uno va a la casa de alguien y ese alguien tiene normas.

Una de ellas es perdonarle la ignorancia al visitante: cada pocos minutos uno hace algo que no debe hacerse, como meterse al río sin ver un cartón cuyo color indica si es el turno de los hombres o de las "princesas" para bañarse; tomarle una foto al chamán mientras éste medita o reza; estar por ahí descansando sin ayudar en algo; comer carne. Ellos detectan lo que hacemos mal y disfrutan horrores diciéndonoslo en nuestras narices. Pero eso sí: después de hacerte sentir un imbécil rematan con una frase comprensiva tipo: "Pero tranquilo rasta, vamos a corregirlo: el que no sabe es el que no ve". En la mañana me apliqué al ocio, a caminar para conocer el lugar, y una mujer me pidió que buscara agua en el río y regara las matas, qué carajo, nada me costaba. Lo de "no al alcohol-sí al monte" sonaba un poco raro también, pero también fue fácil de acatar.



Se hizo el reportaje o conjunto de microrreportajes y de repente salimos fuera de la comuna en busca de unas cascadas que Ana María nos recomendó visitar. Uno atraviesa el río y se tropieza con la primera: hermosa, como toda caída de agua. Te metes al río, bordeas esa cascada y te colocas encima de ella, y ahí está el espectáculo: otra cascada y encima de ésta otra más. Los chamos con los que andaba son muy jóvenes; en presencia de esa travesura de la naturaleza se convirtieron en niños; el poder del contacto con lo silvestre tiene propiedades enloquecedoras. Yo mismo rejuvenecí mi bojote de años; es imposible meterse debajo de un coñazo de agua que te deja sordo y no salir con la risa purificada. Y no hablemos de la inmensa belleza y la frescura de Any. Nos caímos a fotos y a videos, a burlarnos del trabajo de mierda, razón por la cual el trabajo salió mejor. Sólo mostraré unas pocas fotos de las que se hicieron ahí. Eso de regresar a la niñez produce cosas no aptas para adultos.









Nos tocó irnos de la comuna y de San Jorge y regresar a Caracas. Ana María no parió en nuestra presencia, ni en la forma en que lo había planeado. Parece que tuvo una peligrosa complicación y debió parir en La Guaira. Un triunfo parcial de la sociedad que queremos dejar atrás. Una derrota de los rastas y de la otra sociedad en construcción.


5 comentarios:

Adriana Del Nogal dijo...

Qué bueno este post! Bueno, algunas veces tenemos que valorar de otra forma nuestras creencias y someternos a la sociedad y su sistema. En este caso fue por un motivo superior, salvar a la mamá y al bebé.

JRD dijo...

Síp. De acuerdo contigo.
Salud mujel.

hz.- dijo...

Nos obligan a tener pensamientos y formas de ver la vida inamovibles, estáticos, como estructuras... y hasta llegamos a creer que la vida tiene una sola manera de vivirla, la del sistema. Nos sentimos con el derecho de juzgar y deslegitimar a las culturas dis-tintas.
Definir la vida sería lo mismo que insultarla.
¿Algún día lograremos llevar el curso de nuestras vidas? ¿Lograremos quitarle ese poder al capitalismo?
Sólo con muchas y diversas maneras de vivir, tantas como cada ser (hombre, mujer, animal, plantas) exista, respetándonos y entendiéndonos como iguales en nuestra dis-tinción.
bueh... ahi va un poco de mi reflexión sobre tus escritos
Bendiciones roberto!

Anónimo dijo...

si eres marico duque esos rastas son unos cabezas de guevo ortodoxos que en su cuento angelico de la pureza te disminuyen y te ven como a un bicho con una enfermedad contagiosa, su propuesta esta signada por un peo tendencioso pequeño burguez que viene de bob marley y la sifrineria new age que plantea una "alternativa a babilonia" pero partiendo de la moral cristiana con el fin de volver a la tierra prometida (por no se quien),y que pal monte zion,y que jeruzalen imaginate los pelestinos no solo van a tener que resistir en contra de los judios si no que tambien van a tener que caele a piedra y echale tiro con chopo a una cuerda de hippies drogaos.

Anónimo dijo...

Bueno soy niabiyiman rasta de devoción hey también soy abogado. Lo primordial es que la cultura del venezolano no esta puesta en alto simplemente estamos puesto y vivimos en el sistema que creo el hombre ósea (babilonia la grande) quiere decir la ciudad. No somos hippies ni drogadicto simplemente somos persona en la cual no nos gusta trabajarle a otros para enriquecerlos trabajamos para ser iguales a los demás.... ha somos un poco mas amables que cualquier ser que se ayee en el mundo y amamos la vida y no creemos en religiosos por que dios nos dio el veredicto de escoger lo que le vaya bien a muestra vida, que dios los bendiga Jah love...