domingo, 22 de noviembre de 2015

Sobre la comunidad que decidió comer potaje gratis

Esta es una de las historias más hermosas que me puso en el camino mi año 2015. El resumen, en esta minientrevista:

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En una carretera de Barinas que recorro varias veces a la semana hay un caserío llamado Vega del Puente. Destacan en la orilla de la vía unos gaviones (esas estructuras de piedra sujetada por redes de alambre que evitan o contienen los derrumbes). Pasé el viernes en la mañana por ahí y vi a unas personas montadas en el piedrero recogiendo algo. Seguí de largo pero, cuando regresé de mis diligencias, me paré en el lugar a ver qué vaina era aquella. Y sí, en efecto, eran vainas, miles de vainas: la gente que vi en la mañana estuvo ahí recogiendo tapiramas. Para nosotros, capitalistas por costumbre y formación, el titular de la noticia que funciona es este: en un país donde ciertos coñoemadres decidieron que la caraota cuesta 1.500 bolos la gente estaba recogiendo tapiramas gratis, nacidas en un piedrero infame.
Una tapirama, para no darle más vueltas cientificistas a la cosa, es una especie de caraota silvestre, una leguminosa que crece como monte y en efecto es monte. Un grano que nos alimentó durante cientos o miles de años hasta que llegó el mercado y nos dijo "Epa, tú tienes que ser una persona decente. No recojas granos del monte: cómpralos en el supermercado". Desde entonces se nos olvidó que existen docenas y docenas de variedades de estos granos comestibles, y nos aplicamos a comer sólo diez o doce pepas comerciales: caraotas negras, rojas y blancas; arvejas, un  par de frijoles, lentejas, quinchonchos y tres o cuatro más.
Una de las tapiramas encontradas aquí la conocía; es tapirama negra, muy parecida a esa caraota comercial que llevan los pabellones. La otra es para mí una novedad: una tapirama muy parecida a la paspasa "vaquita", popular en Sanare, pero no es una paspasa sino una tapirama.
Me bajé y les caí a preguntas a algunos habitantes, y los titulares son estos: la enfermera del dispensario del caserío, que vive en Barinitas y se llama Eloísa, recogió esas semillas y las llevó a la comunidad. Se las dio a varias familias para que procedieran a sembrarlas, y varias de ellas tienen su moño de caraotas en el patio, en la jardinera, en las áreas comunes.
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Una coñita de 4 años llamada Chiquinquirá agarró por costumbre abrir huequitos en el patio de su casa y eso está ahora cundido de tapiramas, por su culpa. Y la culpa de las caraotas en la orilla de la carretera es de la enfermera Eloísa, que agarró varios puños de semillas y las tiró ahí en el bulto de piedras, donde se supone que sólo proleferan los lagartijos y el monte.



Chiquinquirá mostrando el producto de su sabroso juego: abrir huequitos y meter en ellos semillas
Y bueno, hay monte que se come, vaya sabiendo: la gente de Vega del Puente declara orgullosa que ahí ya nadie compra caraotas, y que es común que en esas casas preparen unos potajes bellos con los granos mezclados y la respectiva guarnición de papas, aliños (que también siembran ellos mismos) y más de un trozo de cochino.
El ciclo de estas leguminosas es un prodigio de generosidad: son plantas perennes, lo que quiere decir que nacen, florean ("florecen", dicen los poetas burgueses), echan sus vainas, y cuando ya las semillas comienzan a secarse empieza la floración otra vez. Eso ocurre hasta cinco veces en el año: de dos a tres kilos de comida echa cada una de estas enredaderas en cada carga. Así de violenta y fecunda es esta mata. Les dije a esas personas que eso que estaban haciendo es la cosa más importante que pueden hacer las comunidades de este país, que si todos los venezolanos estuviéramos haciendo esto no habría especulación ni escasez. Me miraron extrañados, así como diciendo "Ah verga y a este loco qué le pasa", pero no importa, ya les explicaré con más calma. Sé que entenderán mejor cuando les diga que si todo el mundo hiciera eso que ellos hacen derrotaríamos al mecanismo y a la clase criminal que han permitido que la comida no sea un derecho humano sino una mercancía, y bien cara.

Matas nobles como ellas solas: nacen en cualquier piedrero vil, son atacadas por insectos y sin embargo cargan cinco veces al año

Agarré a siete vecinos del caserío La Quinta (10 kilómetros más arriba), a quienes estoy adiestrando para que escriban para el periódico Piedemonte, y me los llevé para allá, con dos misiones. Una, que recabaran y escribieran ese cuento o noticia para nuestro periódico. Dos, que recolectaran de esas para que vengan y reproduzcan la experiencia en su caserío. Vega del Puente es una comunidad que espontáneamente decidió ser guardiana de semillas; vamos a ver si en La Quinta hay músculo y ganas para copiar el proceso. Allá los dejé conversando y bajé para Barinitas para hacer tiempo. No me preocupó para nada que esos aprendices de periodismo dejaran información sin recabar. ¿Por qué? Sencillo, papá: lo que dejé allí funcionando fue una conversa entre agricultores. Y, que se sepa, los agricultores saben de esas cosas más que los periodistas.


Sabes que uno anda por ahí tratando de organizarse y de animar a la gente para que identifique, recolecte y propague semillas nativas y/o en peligro de extinción (nos llaman "guardianes de semillas"; a mí me gusta el mancillado y casi olvidado término "catabre"). Pero es un hecho que, hagamos lo que hagamos, siempre habrá gente de nuestro pueblo que, sin andar reclamando títulos o denominaciones, nos lleva una morena.


1 comentario:

TONINO dijo...

buenas me gustó mucho el artículo de las tapiramas, tengo entre ceja y ceja recolectarlas y reproducirlas y por supuesto darlas a conocer, hasta ahora tengo solo de la que es pinta (vaquita, caraota chivara o caraota rastrojera), queria preguntarte, ¿tienes alguna otra variedad de semilla autóctona? te propongo que me envies, y te devuelvo nuevas semillas (porque no siempre es aconsejable guardar solo semillas, si no más bien mantenerlas en reproducción), y de lo que tengo te podría ofrecer soya, frijol chino y otros frijoles como rojos, que están próximos a dar cosecha, también tengo algo llamado quimbombó y semillas de tabaco, bueno. Si alguna de las ofertas te gusta este es mi correo stefano.tonino@gmail.com, con que me leas es suficiente, no necesito publicar comentarios en tu blog.