viernes, 4 de septiembre de 2009

Una deuda con Argenis Rodríguez

Desde noviembre de 1999 tenía una deuda personal con el escritor Argenis Rodríguez. Esa deuda dejó de ser personal cuatro meses después, porque Argenis se suicidó. Yo pude haberme hecho el güevón y quedarme con las joyas que el tipo me consignó: dos novelas y dos volúmenes de testimonios de esos que él gustaba de llamar "Memorias". Sus títulos: Escrito con odio, parte 2, La toma de posesión del presidente Chávez y el secuestro del ingeniero Nagen; De putas, chulos y barraganas (novela de buenas costumbres) y El asesinato del Presidente. Me entregó esos manuscritos más o menos organizados en una carpeta horrible y deshecha, con la siguiente indicación: "Vé a ver si alguien imprime eso, ya yo no tengo cómo publicar".


Confieso que esta de arriba era la imagen que tenía en la mente cuando describí a Gerardo Leiva en la introducción de la novela No escuches su canción de trueno: Argenis entregándome unos manuscritos amargos y poderosos, como toda su obra, para librarse de ellos.
La semana pasada, casi diez años después de aquella entrega, me tropecé en Caracas con su hermano José Sant Roz, y le devolví aquellos papeles. El profe se sorprendió de que yo no hubiera hecho uso de esas obras o que no las hubiese guardado para mí. Le respondí que no tengo alma o agallas de coleccionista, exhibicionista o ladrón. Pude haber atesorado esas curiosidades editoriales, tal vez joyas de la literatura, pero su familia seguramente publicará las obras y les dará la difusión que se merecen. Yo no pude hacer nada con ellas en diez años. Ni siquiera entregárselas Melysendra, la última esposa de Argenis, con quien he mantenido comunicación vía correo electrónico. Al final uno no anda acumulando bienes sino militando en la acumulación originaria de sensaciones y recuerdos.

***

El primer contacto con Argenis Rodríguez lo realicé para incluirlo en una encuesta telefónica de Feriado, la revista dominical de El Nacional, sobre un tema si se quiere ligero: era un recuento de los autores de best sellers venezolanos, esos libros que la academia no considera alta literatura pero que agotaron varias ediciones y generaron polémica en su momento. Escrito con odio era uno de esos libros. Conversé cinco minutos con el escritor y publiqué su breve comentario. Una semana después apareció en la sede de El Nacional, preguntó por mí, conversamos y entonces decidí realizarle una entrevista de personalidad más amplia.
La entrevista, que según sospecha su hermano fue la última que se le hizo, fue publicada en Feriado, si mal no recuerdo en diciembre de 1999. En ella declaró cosas muy duras, como por ejemplo que hacía muchos años había tomado la decisión de suicidarse y que ya lo había intentado. En su muñeca izquierda tenía la evidencia de uno de esos intentos: una cicatriz blanca y nítida.
Después de este encuentro se inició algo que pudiera llamarse una amistad, aunque quizá yo intenté que no lo fuera. Una vez nos tomamos unas cervezas en La Candelaria y al cabo de unas pocas ya le estaba buscando peo a un mesonero. Me contó, con una voz dulce que contrastaba con la reciedumbre de su prosa, de su incorporación a la guerrilla, de cómo lo dejaron botado en un rancho con agua y alimentos para un gentío, pero que nunca fueron a buscar. Me habló de sus enemigos, de sus peleas callejeras, de su exilio, de sus amores y obsesiones, la más reciente de las cuales era una muchachota de 14 años de esas que tienen más tamaño que edad. Frente a mí tenía a tremendo conversador, tremenda vida, tremendo personaje, así que valía la pena el encuentro. Pero de vez en vez el hombre detenía el relato o la reflexión para repetir: "¿Sabes una vaina? Te tengo envidia", y lo decía con una sonrisa que era difícil precisar si era provocación, burla o celebración de un chiste malo. Salvador Garmendia había dicho o escrito antes que a él le decía lo mismo; tengo la sensación de que se lo decía a todos los escritores nomás por incomodarlos. Conmigo lo logró. Empecé a verlo con una cautela que a lo mejor era miedo o ganas de meterle un coñazo.
Me llamó muchas veces en las semanas siguientes. Me invitó a comernos una parrilla en casa de su hermano Adolfo, en San Juan de Los Morros. Cuando no podía atenderlo me dejaba mensajes de varios minutos en el celular. Necesitaba un pana que lo escuchara, como todos. Sus llamadas eran la manifestación de una soledad que causaba estragos en un hombre atormentado.

***

Ahora tengo otra deuda con Argenis y con su familia, y esa sí no sé cómo pagarla. También es una deuda conmigo, una deuda que yo llamaría "profesional" si esa palabreja no me insultara. El día que supe de la muerte de Argenis, en una reseña breve de El Nacional, me comuniqué con su hermano Adolfo. Éste me habló de sus angustiosas últimas semanas, del deterioro de su ya devastado carácter. Y me contó (y caramba, me cuesta mucho decir que no me lo contó: estas cosas no se olvidan) que lo encontró en un charco de sangre, con las venas cortadas y una venda alrededor de la muñeca, que tal vez se colocó en el arrepentimiento final. Juro que ese relato es lo que me trae la memoria. Pero tiempo después, cuando Sant Roz publica el homenaje póstumo titulado Desesperación Calificada, me percaté de un detalle que me molesta: del grupo de cronistas, escritores, periodistas y columnistas que escriben sobre su muerte, el único que dice que murió desangrado fui yo. Todos los demás dicen que se ahorcó.
El profesor Sant Roz me lo confirmó en nuestra reciente conversa: Argenis se ahorcó y su hermano Adolfo (con quien no he logrado hablar después) intentó revivirlo. Pero mi testimonio embustero y deformado queda por ahí.
Por cierto, esa crónica la publiqué originalmente en TalCual, el periódico cuyo director es Teodoro Petkoff, quizá el personaje más insultado y vejado por Argenis. Juro que no fue una provocación o insulto velado de mi parte, pero vaya que debió parecer muy extraño el que ese día, en la primera página del diario de Teodoro, resaltara como gráfica principal una fotografía de Argenis Rodríguez. Petkoff me llamó aparte, cuando ya estaba publicado, y me comentó en un tono en el cual no percibí resentimiento alguno (aunque quién sabe; todos tenemos sangre en las venas): "Ese carajo dedicó varios libros a tirarnos coñazos a mí y a mi hermano Luben". Y después, ya en plan de director del periódico: "No estoy de acuerdo en que fue el escritor venezolano más prolífico. Y caramba, la próxima vez hay que hacer primeras páginas más atractivas. Esa portada no vende".
Y de bolas: Argenis Rodríguez no vendía ni se le vendía a nadie. Por eso quizá murió en su ley.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola amigo J.R. Ha pasado tiempo desde que no "nos comunicamos por el correo electrónico". Pero igual estoy al tanto de tus idas y venidas por este mundo. Sigo leyendo TEMAS, leo igualmente tu blog, los buenos y malos comentarios que recibes, tus respuestas a éllos y, aún cuando has espaciado tus escritos en El discurso...por andar en otras actividades, compromisos y ultimamente, movilizaciones y viajes, igual te veo diariamente, porque adquirí la buena costumbre de "utilizarte" como vía a Aporrea. Allí, también te leo, las pocas veces que envías algo o, lo publicado en TEMAS. Se suele "agradecer" en el mundo de los escribidores, comunicadores, etc. cuando uno de ellos dedica o trata en una nota, artículo, crónica o cualesquiera otras formas, sobre la vida, acción u obra de otro. Leer tu página "Si yo fuera escuálido" donde tratas sobre Argenis, me impulsó a escribirte por esta vía. Gracias, amigo. Gracias camarada. La ocasión de entregar los manuscritos a José, recuerdas que en el bautizo de tu libro, hablamos de éllo, hubiera sido la ideal para reunirnos, comernos la famosa parrilla que hasta hoy no hemos comido, y hablar y recordar momentos y cosas vividas... Pero en realidad, creo que la vida de ustedes es bastante complicada, impredecible, como para andar planificando encuentros, comidas, "tertulias". Es más fácil, como dices en tu página "tropezar", pareciera que al azar o a la casualidad. Sin embargo, déjame recordarte que vivo en Maracay, y que en uno de esos viajes que haces, puedes llamarme un día antes para vernos. Aquí en Maracay, hay sitios en Santa Rita, donde se come carne en vara muy buena (no tanto como se come en el llano, o con los Cayapos) pero, es bien comible. En cuanto a tu nota, te voy a decir, por ahora, con el gran respeto que siempre he tenido por el alma humana, ese espíritu que impulsa a un ser de nuestra especie a escribir lo que piensa y siente, y más que todo a título de información, dos cosas: Primera: Argenis te conoció mucho antes del momento que reseñas en tu página. Así como yo te sigo en tus notas y escritos, así Argenis era asiduo lector de tus relatos sobre crímenes, noches, calles, de El Nacional. Te los leía, los comentábamos y siempre decía: "Éste, sabe escribir, escribe muy bien". Yo siempre le respondía que por qué no iba a El Nacional y, me respondía que el no visitaba "esa cagada". Ya se había ido de allí, porque le eliminaron una vez, en su artículo semanal, dos líneas. No volvió más. Pero diariamente lo comprábamos y leíamos. Yo lo dejé de hacer hace como siete años.

Abrazos.

Melysendra Del Corral

Anónimo dijo...

Parte II...

Y tu escribías esas crónicas en El Nacional, mucho antes de noviembre de 1999. Lo que quiero significar con ésto, es que cuendo Argenis te conoce personalmente, luego de la encuesta telefónica para Feriado, cómo sería de fuerte el resorte emocional de esa llamada, que lo hizo ir al periódico a solicitarte. Luego las llamadas. Hasta el día de las cervezas en La Candelaria. Recuerdo la EUFORIA que lo embargaba cuando me contó sobre ese momento. Me dijo que había conocido al cronista que tanto nos gustaba. Y se había echado los palos con él. Que José Roberto Duque era "un muchacho", "casi un niño", pero "muy inteligente". Recuerda que Argenis era un ser humano HIPERSENSIBLE. Los seres como él, conservan para siempre una transparencia, una veracidad, una "ingenuidad" que le es característica a la etapa de la infancia. Los que pueden desarrollar "recursos mentales o intelectuales" saben que esa característica los pone en la más absoluta "indefensión y/o vulnerabilidad" en un mundo tan duramente despiadado e insensibilizado como en el que nos ha tocado vivir. Luego, producen obras (música, pinturas, esculturas, libros, poemas) fuertes, "amargas y poderosas" para sacar ese "tormento", esos "demonios", que también los acompañarán hasta el final y, que se constituyen en "protecciones", "defensas" en su duro tránsito vital. Tu como escritor terminante y desgarrador, has vivido eso. En una interminable noche, hablando, entre tantas cosas, sobre la ENVIDIA, me dijo que él a diferencia de la mayoría, no envidiaba dinero, ni casas, ni carros, ni bienes materiales de ningún tipo, sino el genio de los hombres y mujeres que hacían GRANDES OBRAS, sobre todo los que ESCRIBÍAN BIEN. Esto quiere decir que cuando te lo dijo a tí, lo dijo de verdad, por su opinión sobre tí, antes y después de de conocerte personalmente. El ENVIDIABA a Dostoievski, decía que era su "papá". A Thomas Wolff, por escribir Del Tiempo y El Río. Y así. Pero si le hubieras dado su coñazo, te aseguro que no tendrías de qué arrepentirte, porque le encantaba "boxear". Siempre recordaba con felicidad sus "peleas" de jovencito con Victor Valera Mora, en San Juan y Caracas. En cuanto a tu deuda "profesional", no dudo que Adolfo te halla dicho eso. Si hablaron largo, creo que así fué, conociendo a Adolfo, por el momento, claro que te lo dijo.

Melysendra

JRD dijo...

Melysendra, no tengo ni que ponerme a medir el tamaño de la contentura que tengo por tus comentarios y por tu comunicación. Te agradezco mucho que andes por ahí pendiente de las locuras de uno, y más todavía que me hayas revelado aspectos del estado espiritual del compa Argenis en esa época crítica. Gracias, de verdad.

Por supuesto que nos comeremos esa carne en vara y nos tomaremos los palos en honor del cámara ausente. Te aviso apenas me acerque por Maracay, cosa que ocurre más o menos seguido.

Abrazo grande pa ti.

Daniel Lara F. dijo...

Te voy a decir una vaina Duque: esto es lo mejor que has podido hacer en honor a Argenis.
Yo supe de la existencia de Argenis de carajito cuando leí una entrevista que le hicieron en Feriado. Resulta que la entrevista la hiciste tu.
A partir de ese momento, empezó una obsesión mía por conseguir su obra, por leerlo, por saber de él. A lo largo de los años fue que me encontré, en uno de esos momentos en que se tiene mucho tiempo para leer y la gente te presta/regala libros, la obra Relajo con energía. Y ahí fue que descubrí que Argenis es como una adicción. Su estilo descarnado y su capacidad de narrar te convierte en un loco que no deja de buscar sus obras.
Luego (te estoy hablando de un largo paso de años),cayó en mis manos un libro que escribió sobre el 27-f. Y luego (otra vez,años) me interné en una librería de obras usadas donde me encontré con muchos de sus libros, los cuales me llevé en su totalidad.
Pero la adicción seguía y sigue. Por eso le hice un blog (www.argenisrodriguez.blogspot.com) que no será la gran vaina, pero que fue la forma que encontré para contaminar a otros con mi adicción.
Ojalá siempre nos quede tiempo en este mundo para escribir y hacer las cosas que nos unen y no las que nos dividen.
De más está decirte que este blog es mejor que todos los que has tenido antes. Ojalá puedas escribir mucho más.
Saludos

JRD dijo...

Daniel. Debes ser la persona más joven con esa obsesión. Tanto por los temas como por los personajes de los que se ocupó, Argenis Rodríguez no le resulta digerible a muchos jóvenes. Otros más suelen salir espantados por su lenguaje brutal y su antiestética maldita. Así que me satisface por haber sido el vehículo que te infectó de semejante virus, que eso era el verbo de Argenis.

Gracias por venir y por los comentarios. Alguna vez vi el blog que le abriste al tipo, lo leeré con más atención.

Daniel Lara F. dijo...

Vi que pasaste por el blog y bueno, te devuelvo la visita.
Lo de joven te lo agradezco. Pero fijate, cuando dices que por los temas y personajes de los que se ocupó, los jovenes no lo digieren, creo que en ese hecho hay algo de...no se...prejuicio. O desconocimiento del lector al ver su nombre y no conocer su obra. Porque yo, que viví el 27-F, por supuesto que me siento interesado con un relato suyo sobre el asunto. Pero cuando ves que Argenis arma unos relatos crudos citadinos recopilados en La ciudad desnuda y es capaz (en el mismo libro) de hacerte llorar con el inocente acusado de un delito que termina siendo golpeado,violado y herido en un retén y a la vez hacerte reir con el cuento del limpiador que entra a patadas al cadaver de un suicida que tuvo la ocurrencia de regar sus sesos por la habitación del hotel donde el limpiador trabajaba, tienes que estar claro en que Argenis escribía mucho más que los espectaculares relatos de "Cecilia Datos" o de "Jaime La Muga". Y si aquí se hace culto con los relatos de violencia de JM.Coetzee, ambientados en los suburbios sudafricanos, ¿por qué no hacerle culto a los relatos "de violencia" "crudos" "descarnados" de Argenis? El problema no es que no lean a Argenis, el problema es que no leen a nadie. Y nadie les dice que lean. Y cuando a los jóvenes los mandan a leer, le meten a Carlos Fuentes y su "Aura", pero ni por el carajo le meten a Argenis o a Valera Mora. Ramos Sucre es un olvidado de las cátedras de literatura de bachillerato de este país. Y en este lío, Argenis tiene todas las de perder: violencia,groserías, sexo...no, eso no lo pueden leer los jóvenes. Pinga.
Como hierba es el pueblo tambien es atemporal, claro que nosotros, nacidos y criados en la cuarta y la quinta, sabemos de que país se ta¿rata y de que realidad. Pero la obra de Argenis pudo, puede y de hecho está más alla de todo eso. Los políticos corruptos siempre existirán. Las barraganas existen desde Eva para acá. Lo que pasa es que no nos hemos fajado a recuperar la figura de Argenis, su obra hay que difundirla.
Ojalá la gente de El perro y la rana se anime con eso. Yo por la obra de Argenis me despojo de todo y me paro donde sea a contagiar a la gente del virus. Argenis lo merece.

Anónimo dijo...

GRACIAS POR LAS INFORMACIONES Y LOS COMENTARIOS SOBRE ARGENIS RODRIGUEZ QUIEN DESNUDA, DENUNCIA Y DESENMASCARA A LOS TRAIDORES Y TRANSFUGAS DE TEOCHORO Y POMPEYO PERO POR ENCIMA DE ESO FUE UN POETA, ESCRITOR Y SOÑADOR. FELICITACIONES

Clara Rodriguez dijo...

Amigo José Roberto Duque,
Soy la hija mayor de Argenis, pianista, vivo en Londres desde hace muchos años. Te agradezco los artículos y la pasión que le has dedicado a mi padre. Esa figura controversial pero pura, verdadera, difícil. Yo lo veo desde el punto de vista humano y artístico, pero al igual como mi ejemplo y guia. De las cosas mas importantes que me enseñó en nuestros pocos encuentros, están: "Trabaja duro" y "Si eres pianista no trates de ser política también".
En esa cuarta república nuestra siempre tuve que esconder (fue la enseñanza de Argenis también) que era su hija para que no se me dificultara demasiado mi carrera. Me impulsó a que forjara mi camino y creo que hasi lo he estado haciendo.
Me alegra leer tambien a Melysendra y al joven Daniel Lara a quien no conozco todavía.
Guardaste copia del material que Argenis te dió?
Si fuera asi me gustaría tener una. El Presidente Chávez dó una orden de que se publicaran todos sus libros, yo llevé al Ministerio de la Cultura unos 23, muchos de ellos eran el único ejemplar que teníamos mi hermana Valentina y yo pero hasta ahora no se sabe nada sobre eso. Me preocupa porque esos libros son la única herencia nuestra, es nuestro patrimonio familiar y la producción de un escritor venenezolano. Si alguien sabe de ésto le agradeceré que me contacte.
Un abrazo
Clara Angelina Rodriguez

JRD dijo...

Clara, no conservo ninguna copia de esos manuscritos he sabido de dos de esos libros que ya fueron publicados por José Sant Roz (tu tío), quien como sabrás vive en Mérida. Te recomiendo contactarlo: jsantroz@gmail.com. Abrazo

ELEAZAR MORIN dijo...

ARGENIS RODRIGUEZ, FUE EL MAS HONESTO, REALISTA, SUFRIENTE Y NO COMPRENDIDO ESCRITOR VENEZOLANO. EN SUS PUBLICACIONES SE EVIDENCIA LA DESESPERACIÓN, LA AMARGURA DE UN TÚNEL SIN FINAL, EN FIN ARGENIS FUE VICTIMA DE UN SISTEMA Y UN PAÍS QUE NO COMPRENDÍA. ELEAZAR MORIN (MERIDA)