sábado, 4 de enero de 2014

Cabañuelas: en Altamira lloverá en abril

Altamira de Cáceres
Hoy fui testigo de un acto mágico del saber ancestral de los pueblos de la tierra: una conversa entre campesinos (montañeses de Altamira de Cáceres) sobre las cabañuelas para este año.

El milenario arte de predecir cuán lluviosos serán los meses del año que comienza tiene muchas variantes en muchos países. Al pueblo judío se le atribuye su origen o al menos la etimología de la palabra que lo designa, pero el caso es que los campesinos de cada región del planeta han desarrollado varias formas distintas de determinar cuándo entrará la temporada de lluvia, qué meses serán secos, etcétera. Yo había oído de un juego de doce granos de sal que deben "leerse" el 31 de diciembre cerca de la medianoche. En la conversa de hoy, el señor Samuel hablaba de un método simple que se ha usado toda la vida en esa montaña, y su resultado parcial es este: abril será un mes lluvioso en el eje Altamira de Cáceres - Calderas, porque el día de hoy, 4 de enero, corresponde en las predicciones al mes 4.
La cosa va así: como los días 1, 2 y 3 de enero no llovió, enero, febrero y marzo serán meses secos en esa región. Mañana, 5 de enero, nos enteraremos de lo que ocurrirá con el clima en mayo; el 6 sabremos si caerá agua en junio, y así hasta llegar al día 12 correspondiente a diciembre y se complete el ciclo de la predicción.
A cualquier habitante de las ciudades esto puede parecerle una pendejada mitad esotérica y mitad chiflada, pero váyanlo sabiendo: a estas predicciones de los campesinos dedicados a la siembra les debemos buena parte del alimento que se consumen en las ciudades. En mi caso personal he decidido entonces estar alerta: ya sé que el café que me he propuesto sembrar en esa zona debe estar en su lugar en el mes de abril, pues es el mes de la entrada de agua. Me lo dijeron hoy las cabañuelas, y ese saber está por encima de lo que diga cualquier cabeza e machete académico, meteorólogo o como se llamen esos tipos que estafan a la gente pretendiendo que les paremos más bolas a los satélites que a los campesinos.
Leer mal las cabañuelas, o no leerlas, puede derivar en un desastre pues las cosechas pueden perderse si se siembra o se recoge a destiempo. Hay que ser campesino para tener la exacta medida del comportamiento de las precipitaciones. A quienes nos dedicamos a consumir lo que otros siembran nos da igual qué mierda va a ocurrir en mayo con las lluvias: si se pierden las cosechas de café, maíz o papas no hay problema: el Gobierno traerá esos rubros importados de otros países. Pero para la gente que vive de la tierra y que, por lo tanto, ha adaptado los ritmos vitales de su vida a los ciclos de los elementos, una equivocación puede derivar en pequeña desgracia familiar.

No hay comentarios: