domingo, 18 de enero de 2009

Poder de disuasión

Pubicado originalmente en El Discurso del Oeste, el 8 de abril de 2007.

Dudo que en toda Venezuela consiga el conductor que sale a viajar (es decir, a jugárselas a ver si regresa vivo de su viaje) una advertencia tan conclusiva, diáfana y lapidaria como esta:



El letrero se encuentra a varios kilómetros de San Carlos, estado Cojedes, rumbo a San Rafael de Onoto (Portuguesa). Quiero decir: se encontraba, porque al regresar tres días más tarde pudimos ver que el letrero había sido derribado... por un vehículo que se salió de la carretera justo en ese punto. Hay otros idénticos en varios lugares de Cojedes, pero este en particular, el de la fotografía, quedó partido en dos. No nos detuvimos a tomar esa fotografía.
Parece que el poder de disuasión que da la contundencia no es suficiente para evitar tragedias. Seguiremos muriendo en las carreteras del país mientras averiguamos qué otra cosa hace falta.
Por supuesto, ya vendrán los sabios de la derecha a explicarnos que Chávez es el responsable de esas muertes. Al igual que la locura homicida de la proliferación automotor, la enfermedad del Todo-es-culpa-de-Chávez parece que tampoco tiene cura.

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Si usted:

1) me atribuye algo que no dije;
2) pretende interpelarme por crímenes ficticios o reales de otra persona, grupo, o del Gobierno;
3) viene a proferir insultos personales porque le molestan mis opiniones;
4) Viene a plantear discusiones que no tienen que ver con este artículo en particular,

pues no publicaré su comentario.

¿Usted quiere publicar todos esos sentimientos repulsivos que mi palabra y mi persona le generan? Hágalo: cree un blog e insúlteme hasta que le duelan las manos de tanto teclear y la boca de tanto escupir. Alguna gente lo ha hecho y lo sigue haciendo. Está en su derecho. Pero eso no lo va a poder hacer en este blog.