lunes, 8 de abril de 2013

“La bendita votadera” y la democracia venezolana


La construcción de democracia no es un asunto matemático sino un asunto político. Ah pero a los burgueses les gustó eso de ir a votar para ver quién se queda con el poder. Bueno, pues entonces mamen. ¿Ustedes querían elecciones? Aquí están las elecciones venezolanas. ¿Que en Venezuela se vote casi todos los años significa que en Venezuela hay mucha democracia? Pregunta choreta con respuesta que parece choreta: por primera vez en nuestra historia en Venezuela SÍ hay una democracia en construcción. Pero no porque haya elecciones, sino por una cantidad de cosas que suceden al margen de las elecciones.
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Probablemente el artículo más (fácilmente) citado de la Constitución venezolana del año 1961 haya sido el que se refería a la soberanía. Decía el artículo 4 de ese papel ya derogado: “La soberanía reside en el pueblo, quien la ejerce, mediante el sufragio, por los órganos del Poder Público”. La gente en la calle solía recitar ese artículo incompleto, así: “La soberanía reside en el pueblo, quien la ejerce mediante el voto”. La cosa se digería de esta manera: si yo voto, yo mando. O de esta otra: votar es la forma que tiene el pueblo de mandar. Por eso al presidente se le llamaba y todavía se le llama “mandatario”: ese sujeto no está ahí para pisotear al pueblo sino para obedecer lo que éste le manda a hacer cuando vota.
Bien bonitos sonaban esos conceptos, hasta que vinieron los dos primeros presidentes del puntofijismo (Betancourt y Leoni) a demostrar que usted podrá haber votado mucho, pero si pretendía venir a indicarle al presidente lo que estaba haciendo mal le salía era persecución, tortura, desaparición o despedazamiento en la cárcel. Rolitranco de alcabala al concepto: si usted quería calificar como soberano tenía primero que chapear con el carnet de Acción Democrática o Copei, o demostrar que usted era un idiota incapaz de participar en nada que no fueran las elecciones.
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La constitución de 1999 violentó esa letra burguesa de la anterior: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público”, lo cual ya indica un cambio cualitativo importante. Pero el año 2007 el presidente Hugo Chávez propuso una Reforma de la Constitución que contenía este soberbio, revolucionario, contracultural, demoledor y redentor artículo (el 136): “El pueblo es el depositario de la soberanía y la ejerce directamente a través del Poder Popular. Este no nace del sufragio ni de elección alguna, sino que nace de la condición de los grupos humanos organizados como base de la población”. Toda vez que en el referéndum de ese año no se votó artículo por artículo sino por el paquete completo de propuestas (donde la propuesta original de Chávez fue aumentada y distorsionada por una serie de pezuñas insolentes) nos perdimos una ocasión histórica de mandar al infierno todo lo que la cultura burguesa considera democracia: ya para que haya democracia no era preciso andar haciéndoles concesiones a quienes destruyeron el país, ni comprándoles su noción interesada de lo que es votar y lo que es construir democracia.
Así que seguimos votando por individuos para el cargo de presidente y otros más. Pareciera un triunfo para ellos, los conservadores y burgueses. Pero se atraviesa el detallazo de que, incluso dentro de las normas inventadas por ellos, seguimos revolcándolos de una manera impía. ¿Te gusta la idea de que las elecciones definan la existencia de democracia? Bueno, pues toma tu (sobre)dosis de democracia eleccionaria. En eso andamos ahora.
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El voto (que por cierto nos lo vendían como un derecho y un deber: si usted no aparecía en un registro como votante, y no conservaba en la cédula la calcomanía que indicaba que usted había votado, a usted cualquier policía podía tratarlo como a un delincuente) se convirtió en aquel entonces en el corral que el poder se inventó para que usted creyera que estaba construyendo democracia. Vota por mí, mi amor, que si me conviertes en presidente ya estarás mandando. ¿Y qué más hago? Pues más nada: dedícate a trabajar para un patrón, a estudiar alguna carrera que le sirva al sistema, y a rumbear. Pórtate bien y vive un día pepsi: hacer democracia es quedarse tranquilo mientras los poderosos gobiernan.
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El término democracia (gobierno del pueblo) ya no se atiene sólo a lo que indica el término griego, sino que pasa por una cantidad de filtros muy convenientes, y además muy oportunos hoy para esos señores que han perdido 16 de 17 elecciones en 15 años. Cuando uno revisa hitos como las revoluciones francesa y norteamericana (siglo 18) notará que hay elementos retóricos que les vienen al pelo a los ricos y a sus partidos y candidatos: resulta que democracia no es el gobierno del pueblo (lo que nosotros llamamos pueblo pobre u oprimido, en vías de redención y liquidación de la pobreza y la indignidad) sino el gobierno de todos los miembros de la sociedad. En esto hilaron fino los proponentes de la democracia liberal a lo gringo: si no hay libre empresa (libertad para tener esclavos) no puede haber democracia ni libertad. ¿Cómo camina una sociedad donde cada gremio o grupo empuja para su lado? Fácil: siempre hay grupos que tienen ventaja efectiva y ésta no es necesariamente numérica. Eso explica que nosotros ganemos elecciones y ellos sigan siendo ricos y acomodados: la democracia “moderna” ha sido moldeada para que los poderosos pierdan algunos espacios dentro de la administración del Estado, pero nunca su supremacía y su insolencia de clase.
¿Hay empresarios en Venezuela? ¿Hay empresas transnacionales en Venezuela? ¿Hay voces pro Estados Unidos en Venezuela? Por supuesto que sí. Pero en esta acera cobra forma un enemigo más poderoso que la simple y llana prohibición de la empresa privada y la inversión transnacional: el cambio del espíritu y letra de eso que llaman “democracia moderna”, ese tipo de democracia en que los explotadores y explotados se dan la mano “para progresar y echar adelante el país”. Ya los empresarios y sus ejecutores no pueden mandarnos a matar tan fácilmente, porque en las instituciones del Estado hay ahora unos cuantos aliados nuestros. Pero el espíritu que ordena llamar “democracia” sólo a lo que conviene a los negocios e intereses de los ricos, está vivo y galopante en forma de fascismo a la venezolana: eso que gusta de llamarse antichavismo, y que tiene tantos defensores y financistas en los regímenes hegemónicos.
Si usted se fija bien, el antichavismo suele acudir a una idea de democracia que contiene todavía más trampas que esas que acuñaron los jerarcas de la Cuarta República: ahora resulta que la democracia no consiste sólo en votar sino además en votar por los tipos que le agradan al poder económico y otras hegemonías mundiales. Ya “democracia” no significa sólo votar y permitir y estimular el voto, sino alternarse en el poder con los enemigos de la democracia: si no hay alternabilidad no hay democracia. Un sistema donde los tiranos no ganan elecciones no puede ser democrático. ¿Por qué? Bueno, porque las hegemonías no ven la conducción del Estado como un servicio público sino un premio que ellos se merecen, por haber invertido tantos recursos en desestabilizar y conspirar.
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Aparte del hito de la democracia liberal está la experiencia canónica de Francia. Antes los soberanos eran los reyes y de eso no le quedaba ninguna duda a nadie. Hasta que el pueblo y los burgueses de Francia demostraron que si usted le tasajea el pescuezo a un tipo, por muy muy muy poderoso que éste sea, ese güevón no sólo pierde la soberanía sino además la vida. Pero los burgueses que capitalizaron las rabias del pueblo durante la Revolución Francesa, asustados por la enorme energía social traducida en violencia homicida, que usted puede desatar cuando invoca palabras como “libertad”, decidieron jugar un poco a los conceptos, y decidieron no proclamarse ellos como los nuevos soberanos. LA-PIN-GA: a los soberanos les arrancan la cabeza. Entonces mejor nombramos soberano al pueblo y listo, que vean ellos a quién guillotinan cuando la mesa empiece a cojear. Para perpetrar esta maniobra funcionaba de maravilla la palabra de Rousseau: para endulzarle la píldora a la horda furiosa y hacerle ver que, a pesar de que los cargos los iban a ocupar los burgueses, en realidad la soberanía y el poder iba a tenerlos el pueblo.
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Así, no se sorprenda de que Estados Unidos, cuyos ciudadanos no eligen al presidente sino a unos electores que elegirán al presidente, quiera dictarnos órdenes y regañarnos porque nos salimos de la norma. Porque la norma de ellos está clara: si no hay amos y esclavos no hay democracia. Y la norma venezolana también está clara: o inventamos o erramos. En este invento la democracia es un lterritorio donde la gente hace cosas en lugar de sentarse a esperar que las haga el Gobioerno. Y mientras maceramos nuestro inventa seguiremos echándoles una pela en ese tipo de elecciones que ellos mismos como clase nos impusieron.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Definición de fascismo:

- Sistema estatista, "todo dentro del Estado, nada fuera de él".

- Derivado de lo anterior, economía anticapitalista y antiliberal. Intervencionismo; regulaciones y restricciones de la empresa privada.

- Ultranacionalismo.

- Militarismo.

- Uso excesivo de la simbología y el mito. Culto a la personalidad del líder y caudillo (supremo).

- Promulgación del pensamiento único.

- Persecución de la disidencia.*

Vaya, sin querer hemos descrito al chavismo.

* Que en Venezuela no ha tomado tintes sangrientos contando con una oposición dócil y desarmada. Mecanismos como la Lista Tascón ya son suficientes."

JRD dijo...

Qué fácil y sabroso es jugar con los conceptos y soltarlos como si fueran la verdad, ¿ah?

Rudy dijo...

El culto a la personalidad es un argumento ridículo contra Hugo Chávez y que amenaza con acabar toda su obra. Todo en este mundo es herramienta, depende de como se use. El culto inmerecido o desproporcionado sí es culto a la personalidad, tal como hacen los gringos haciendo estatuas de Rocky Balboa, un tipo que nunca existió. O el culto a la Madre Teresa de Calcuta quien al parecer en Calcuta no la quieren, por mala y no entienden el culto de Occidente.
Otra cosa muy distinta es dar honor a quien honor merece, que con esa excusa hasta algunos camaradas hacen dudar al escuchar esa avalancha de canciones de amor. Honor como a Simón Bolívar y al invencible Hugo Chávez, porque nunca les pagaremos suficiente.
El invencible porque la única elección que le atribuyen perdida no fue su propuesta, la cual fue triplicada con cabras y todo, por eso ya no era suya y no cuenta como fracaso. Esto fue en la época de Cilia Flores en la Asamblea, a quien respeto, aunque no me gustó la sopa. Como no guardo rencores, le reconoceré siempre su valentía al haber sido abogada del gigante arriesgando su propia tranquilidad.
Dicho esto, vale la pena recuperar sus 16 (creo) leyes originales y lanzarlas otra vez, ya que puras flores brotaban de su prístina cabeza.

Rudy.
@rudyugas

Anónimo dijo...

..."* Que en Venezuela no ha tomado tintes sangrientos contando con una oposición dócil y desarmada. Mecanismos como la Lista Tascón ya son suficientes."...CHAMO DONDE COÑO ESTABAS EL 27F O NO HABIAS NACIDO O TE HACES EL GUEVON,A ESA OPOSICION(PUEBLO ARRECHO)TU ANHELADA ADECOPEICRACIA LES DIO PLOMO CON SUS RESPECTIVAS MASACRES, DESAPARECIDOS,ESO SI DEFENDIENDO EL CAPITAL QUE TANTO PARECE DOLERTE..

Anónimo dijo...

Querido Roberto a veces parece que no te das cuenta que el poder es igual siempre. Lo de las eleccioes no ha sido idea solamente de la burguesía, a menos que entendamos que la burguesía está en el gobierno, pues todos quieren jugar a las elecciones (meterse un billete con la publicidad banal). Pero en fin solo te cuento la arrechera con la Vice de BANDES que se ha embolsillado más de 5 millones de verdes. Es eso la revolución? o negocios sucios sucísimos.