lunes, 31 de diciembre de 2012

El hijo del Pueblo

Querido y golpeado camarada Hugo: mi último artículo de 2012 va para ti. Seguramente no lo leerás, pero sé que estas cosas han estado revoloteándote en la mente, porque más de una vez las has gritado a los vientos. Parten de esta premisa: aunque a uno, ateo o incrédulo, a veces le provoca salir de pazguato a pedirte la bendición (una manera muy nuestra, muy sembrada en nuestra alma tan española como cimarrona, de dar las gracias y profesar respeto) tú no eres el papá (o mamá) de nosotros, no eres el taita del pueblo. Tú eres hijo de este pueblo. Eres hijo de esta historia a veces violenta y a veces cantarina. Así que en vez de padre vienes a ser algo así como hermano nuestro.
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La idea viene galopando hace rato entre quienes hemos crecido en conciencia, y creo que fue Roland Denis quien la resumió así, como la sintetiza el título. A esa reflexión tan simple y obvia y al mismo tan profunda e irrebatible provoca agregarle una serie de detalles.
Por ejemplo, que  te diferencias de tantos taitas (caudillos, jefes, presidentes, ídolos, dirigentes) de nuestro largo proceso, en que muchos de aquellos llegaron y fungieron como conductores sin ser de los nuestros, de nuestra clase o procedencia. Boves era asturiano, Bolívar también más español que americano y además aristócrata; a Páez lo delataba el fenotipo catire y la vena goda, Zamora era rico y dueño de esclavos; de los demás bisontes mandamases de los siglos 19 y 20 muchos provinieron de nuestra entraña pero no dudaron en traicionarla, y jamás llegaron ni llegarán al pedestal que el cariño de las multitudes les reserva a los genuinos hijos devenidos conductores.
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¿A qué viene esto, precisamente en esta hora de compartir contigo tu dolor, que también es nuestro? Ni más ni menos, mi pana, vengo a echarte un par de chismes. A mostrarte una preocupación y un hastío, pero también una esperanza. Esperanza: esa cosa que uno, que ha sido jugador, lo lleva a poner el resto sobre la mesa así parezca que no hay posibilidades de ganar. A ti te gusta en esos casos usar la expresión Jugarse a Rosalinda. Y también una vez soltaste a manera de desafío: "O como chigüire o muero arponiao". Pues en esa andamos algunos: viendo dos o tres vainas frágiles o torcidas en nuestro proyecto, pero apostando a que, se enderecen o se terminen de partir, la jugada sigue siendo la que nos andas proponiendo desde 1998 (o desde 2006-2007, que es todavía más emocionante).
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Primer chisme: todavía hay gente nuestra que cree que tú eres nuestro papá, y que en tal carácter debemos dejar que lo conduzcas, lo decidas, lo evalúes y lo arriesgues todo, mientras nosotros nos dedicamos a aplaudir y a obedecer. Ah, y a pagar impuestos: nosotros pagamos y tus funcionarios nos hacen la Revolución.
Cositas tanto o más graves: también hay gente nuestra que cree que tú debes ser presidente para siempre porque sin ti se detiene la Revolución; gente que cree que decir Revolución es lo mismo que decir Gobierno de Chávez y por lo tanto anda aterrorizada porque cree que si Chávez no gobierna entonces se acaba la Revolución. Gente que no entendió nunca tu proyecto ni la propuesta "Democracia Participativa y Protagónica", y prefiere seguir diciendo que esto no es una Revolución porque todavía hay burgueses y porque uno camina por las calles y se encuentra un poco de MacDonalds. Compas que no entendieron (y ya no lo entenderán, ya se les hizo tarde) que tu llamado en 1997 no fue una oferta electoral sino una invitación a la acción. Traduzco: gente que no comprendió que en aquel 1997 tú no nos prometiste hacer una Revolución, sino que nos invitaste a hacerla juntos. Panas queridos que reclaman: "La Revolución me falló porque hay huecos en la calle, hay delincuencia, la escuela se está cayendo, el hospital no funciona, hay apagones", y a quienes toca gritarles en la cara: "Bueno, marico, pon a funcionar con tu gente los comités de Seguridad, Obras, Salud y Contraloría". Pero no: parece que no hemos superado la etapa infantil esa en la cual el Gobierno debe resolver esos y otros problemas mientras nosotros nos vamos de rumba o nos acostamos a dormir.
Nos la pasamos clamando por gerentes eficientes, por soluciones del Estado y las Corporaciones, y no nos percatamos de que tu propuesta consiste en ir prescindiendo de las Corporaciones y del Estado e ir construyendo gobiernos comunales en cada barrio, en cada caserío, cuadra y edificio.
Gente nuestra, y mucho pueblo antichavista, que no logró entender algo esencial: que el meollito del asunto, el cogollo central de todo ese peo de mantenerte en Miraflores, no consiste en el solo hecho de tener a alguien que nos gobierne sino que (maldita sea, por qué ha sido tan difícil entenderlo):

NOS PERMITE Y NOS INVITA A GOBERNARNOS

Pero no, el coñisimo e la madre: preferimos seguir creyendo que la Revolución se hace en Miraflores y no en la puta calle, el puto lugar de trabajo, el puto lugar donde estudiamos y bregamos: donde hacemos vida.
Muchos de nosotros siguen creyendo que la idea de volver a ganar gobernaciones y alcaldías es fortalecer esas instancias de Gobierno y de Poder. Se les hizo tarde (insisto): nunca entenderán que la idea de poner en esos espacios a chavistas leales no es atornillarlos en esos cargos sino fortalecer a los espacios que los sustituirán poco a poco a lo largo del siglo: las Comunas.
Tan vivos que parecemos y no nos damos cuenta de que para seguir dando pasos revolucionarios es preciso 1) ganar o conservar espacios de poder, y 2) evitar que los ricos y sus aliados instrumentales accedan a esas instancias. Pero que eso no significa de ninguna manera que el proyecto chavista consiste en tener un día todas las gobernaciones y blindarlas para hacerlas eternamente chavistas e inconmovibles. Nos ha costado mucho trabajo, camarada hermano, comprender que para construir una sociedad es preciso demoler la que hay, y que eso es un trabajo lento y de generaciones, pero que hay que visualizar ya: ¿cómo mother fucker vamos a ir hacia un Estado Comunal si antes no destruimos las instancias del estado burgués?
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Sospecha: hay compas que creen que si algo no ocurre a nivel nacional entonces no es revolucionario. Que sólo cuando un Gobierno destruye a los empresarios hay Revolución.  Hace poco les mostraba a unos señores intelectuales marxistas uno de los ejemplos reales de construcción de una comuna, actual y vivo en la comunidad campesina de El Zancudo, estado Apure (tracciondesangre.blogspot.com/2012/09/historia-de-una-gente-una-laguna-y-unas.html) y les mereció desprecio: les pareció que es un caso microscópico que no acabará con el capitalismo; esto, porque desdeñan el impulso humano de difusión, reproducción y mejoramiento de experiencias. Creen que nada puede mejorarse, que todo nace y se momifica para siempre. Ellos creen que después de Lenin ya no hay más historia, que todo tiene que ser como la URSS o es reaccionario. A la formidable experiencia revolucionaria de El Zancudo la llamaron experiencia hippie. Es normal: los intelectuales burgueses, incluidos los que cobran por leer y repetir libros de Carlos Marx, nunca sabrán cuál es la diferencia entre un hippie y un campesino. Desconocen el país y al pueblo que pretenden gobernar, y pretenden someterlo a un presunto "experimento científico" contenido en manuales decimonónicos y no en nuestra realidad objetiva.
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Te decía que entre las cosas que se nos han hecho difíciles, compa, está esa de acostumbrarnos a la idea de que algún día (en 2013, 2068, 2115 o 2342) ya tú no vas a ser Presidente de la República y sin embargo la Revolución debe continuar. Y más: algún día el antichavismo proyanqui volverá a retomar el control de ese Estado burgués que hemos tardado en demoler (porque el signo de nuestra revolución es la lentitud) y sin embargo los revolucionarios que estemos o estén vivos para cuando eso ocurra deben o debemos mantener viva la llama de la Revolución venezolana. Porque la Revolución no es una gestión de Gobierno: la Revolución es la lucha contra los mecanismos, estructuras, individuos, conductas y factores que quieren mantener vivo el capitalismo.
Hoy es relativamente cómodo hacer la revolución o sentir que uno anda en eso; pero llegará el momento en que hacer la Revolución será tan trágico como lo fue antes aquí y como lo es en otros lugares del planeta: una misión dolorosa, criminalizada, perseguida, proscrita; por hacer la Revolución nos buscarán los cuerpos de "seguridad", nos allanarán, encarcelarán, desaparecerán. Para un compañero lo suficientemente afortunado o distraído la noción hacer la Revolución puede significar hoy algo cómodo, bien visto y a veces remunerado. Vendrá el momento en que esa noción olerá a sangre y a tragedia. Pero habrá que seguir haciéndola. Ya no tendremos a VTV ni a los medios del Estado difundiendo nuestras pequeñas gestas comunitarias sino señalándolas como peligrosos gérmenes de comunismo y el terrorismo; ya no tendremos funcionarios aliados sino enemigos aplastantes. Imaginemos a Globovisión reproducido y multiplicado en las señales de VTV, Telesur y Vive: contra eso deberemos pelear. Ya se verá cómo, pero habrá que hacerlo.
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En este momento de rumores e incertidumbre yo mantengo las dos o tres reflexiones que vengo haciendo desde 2006, en el sentido de que tú no tienes que inmolarte ni seguir alimentándonos la idea de que serás nuestro presidente por toda la eternidad. Por ahí asomaste la posibilidad de que Nicolás Maduro te suceda en la Presidencia; creo que como medida para evitar que un cachorro ultraderechista proempresarial está bien. Ya veremos si Nicolás pasa las pruebas del temple, la habilidad y el apego al proyecto, pero de momento no tendré problema en difundir la convocatoria a darle el mandato al camarada, para evitar que Estados Unidos regrese por lo que considera suyo.
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Estos son los titulares: estás en la pelea, en tu pelea, en la que te juegas la vida. Ocúpate de ella, nosotros mientras tanto nos ocupamos de los bichos equivocaos que andan zamureando en estos días. En esa dramática alocución en la que le diste el espaldarazo a Nicolás demostraste el coraje y el sentido común suficientes para plantearlo como cosa posible: compa, si el cuerpo te pide descanso dale descanso, ya no tienes ninguna obligación con nosotros ni con nadie. Te prefiero vivo y en el chinchorro que anhelas, con la brisita llanera taladrando el mosquitero, y no sacrificándote por nosotros, que ya bastante grandecitos estamos. ¿Y la derecha que querrá venir por ti para hacerte pagar tu lealtad al pueblo? Después te cuento la sorpresa que les tenemos.
Mientras tanto, no tienes que seguir haciendo el papel de Padre nuestro, que no lo eres: tú eres hijo de este pueblo, y eso contiene una hermosa noticia: así como te parió a ti, este pueblo ha parido y seguirá pariendo carajos y carajas más arrechos y arrechas que tú. Puede que tardemos décadas o siglos antes de ver a otro de esos hijos formidables en la Presidencia de la República. Pero mientras la Historia nos lleva de nuevo a ese momento luminoso tus hermanos nos miraremos unos a otros, nos reconoceremos en esa hermandad que da la lucha de los pobres, y entonces te descubriremos multiplicado por muchos; con la autoestima alta, limpia y purificada por estos años de rebelión, nos asomaremos en ese espejo venezolano y te veremos, Chávez, reproducido en el carajito jodedor de la escuela, en la vieja que hace el mercado y regresa al rancho reventada de várices; Chávez en el jugador de truco y bolas criollas que en cada frase suelta chorros de ingenio y risotadas; Chávez en los cantores y raperos que proliferan tanto como sus coplas, líricas y versos; Chávez en la rebelión del taxista y el motorizado que en la rabia de su caos anuncian tempestades; Chávez en la tristeza de la puta y en los pequeños éxitos del ama de casa; Chávez en el albañil y en el que siembra la tierra; Chávez en los pescadores, artesanos y curanderos; Chávez en la música, en los vagos y nómadas; Chávez en la pobreza que generará otros Chávez; Chávez en las religiones blancas y en las de la resistencia; Chávez sentado en el anca de la danta y abrazado a la cintura de María Lionza, Chávez en el malandro y en el que estudia porque cree que en los libros está la salvación contra la ignorancia; Chávez en nuestras equivocaciones, contradicciones y aciertos; Chávez en todos nosotros, los que ya más nunca abandonaremos las calles.

viernes, 28 de diciembre de 2012

El peligroso vendedor de cambures que la DIM arrestó en Altamira de Cáceres

Oírlo en la voz de Rafael Martínez Arteaga (El Cazador Novato) es uno de esos acontecimientos que no se olvidan. Me tocó escucharlo (y lamentar no haber encendido una maldita cámara o grabador) en ese bonito pueblo que en la alborada del estado Barinas fue su primera capital.
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Se lo llevaron unos amigos de Barinas: un tipo flaco y jipato que respondía al nombre de Diego. La casa de Rafael Martínez, El Cazador Novato, es de esas que permanecen abiertas a la espera de amigos, conocidos y curiosos. Este Diego no entraba en ninguna de esas categorías, pero bastó una conversa de pocos minutos y la declaración de que él y su esposa querían un espacio suficiente para dormir y dedicarse a trabajar la tierra, y Rafael les indicó un cuarto detrás de su casa, allá en el sector La Quinta, a un par de kilómetros de Altamira de Cáceres. Diego y su mujer echaron un ojo y eso fue todo: el Cazador tenía nuevos vecinos (y no sólo inquilinos). 
Para completar el cuadro y la entrada en armonía, el Diego (quien se presentó como abogado ecuatoriano) resultó ser cantor y compositor. Muy buen cantor y mejor compositor. El Cazador, quien carga encima la fama esa de escopetero sin puntería, pero que cuando le pone el ojo y el oído a un cantor éste termina convirtiéndose en cantante fundamental, emblema o leyenda de la canta llanera (Reynaldo Armas, Dámaso Figueredo, Reyna Lucero, docenas más) todavía hoy se lleva la mano a la nuca cuando se acuerda de las melodías que su nuevo vecino le sacó a la garganta y a la guitarra: "Yo me preguntaba de dónde había salido ese señor y por qué no estaba sonando en todas las radios. Tenía a Alí Primera en un pedestal y componía varias canciones al mes".
Lo otro que conmovió al Cazador fueron las reflexiones y análisis políticos del visitante. Cualquier tema o comentario simple sobre las relaciones entre Colombia y Venezuela que se ponía en la mesa, el Diego la desmenuzaba en mil fragmentos que al juntarse daban cuenta de un rompecabezas geopolítico complejo pero clarísimo. El Cazador le mostraba una enredadera en el monte y el otro la picaba en trocitos y detrás aparecía la selva completa. "Y por qué este carajo que sabe tanto se vino a este pueblo a pelar bolas", seguía preguntándose el Cazador. Mala puntería. Más de una vez Diego le preguntó a su anfitrión qué opinión le merecía la guerrilla colombiana. El Cazador se lo decía claramente: "Me gusta más la revolución que estamos haciendo en Venezuela. Aquí no necesitamos secuestrar a nadie para hacer la revolución". Diego escuchaba y guardaba silencio.
Los demás vecinos de La Quinta también se fueron convirtiendo en asiduo auditorio para oírlo decir sencillos y complejos discursos, y cantar. Otro dato insólito: su sencillez, la forma en que se ganaba la vida: recogía los cambures de un conuco que él mismo trabajaba dentro de la parcela del Cazador, y los subía a la orilla de la carretera para venderlos. Con el producto de esa venta iba a Altamira y compraba alimentos para él y su mujer en Mercal. A veces la venta de los cambures no le alcanzaba para comprar para todo el mes y el Cazador le completaba o le prestaba el dinero que le faltaba. "Ese conuquero era muy trabajador y muy inteligente, yo lo ayudaba con mucho gusto". Varios meses tuvieron para compartir saberes y canciones.
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Rafael Martínez, El Cazador, nos muestra la habitación para completar una imagen que no se puede decir con palabras: "Aquí vivía Diego con su mujer. Con esto se conformaba ese hombre para vivir. De aquí se lo llevaron de madrugada". Un cuarto de 4 por 6, una cama, un estante y a un costado un túnel por donde baja el agua cuando llueve. Un cuadro que uno llamaría pobreza si no conociera la diferencia entre ésta y la humildad.
La madrugada de la que habla el Cazador Novato es la del 31 de mayo de 2011. Ese día llegaron dos camionetas Hilux y de ellas se bajaron diez hombres con armas automáticas. Entraron a la casa, dieron con la pequeña habitación donde dormían el conuquero y su mujer y se los llevaron. El Cazador estaba entonces en Barinas pero su hermano le contó todo; a la mujer la soltaron en el puente, a unos kilómetros del pueblo, con las manos atadas a la espalda con alambre. Al día siguiente comenzó a difundirse por Internet la noticia de que la División de Inteligencia Militar había capturado a un guerrillero de las FARC en Barinas. Más específicamente en Altamira de Cáceres. Exactamente: en el cuartico trasero de la casa de Rafael Martínez, El Cazador Novato. Y el guerrillero capturado era conocido por su alias, Julián Conrado.
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Días después los cuerpos de seguridad del estado le hicieron una visita domiciliaria al Cazador. Le hicieron varias preguntas, respetuosamente y sin violencia por tratarse de un personaje importante de la cultura llanera. Él respondió todo con franqueza y claridad. No sabía que Diego se hacía llamar Julián Conrado ni que era guerrillero. Hasta que le hicieron la pregunta que parecía crucial:

--¿Usted sabe la clase de problema en el que está metido?
--No sé, dígamelo usted.
--Usted tenía escondido en su casa a un fugitivo de la justicia colombiana.
--Bueno -ripostó el Cazador-, entonces dígame una cosa. ¿Ese señor estaba armado cuando lo capturaron?
--No, no estaba armado.
--Ah bueno, entonces no tengo ningún problema, porque yo estaba cumpliendo con una orden del comandante Chávez: soldado de cualquier fuerza regular o irregular que ingrese al territorio necesitado de ayuda médica o humanitaria, estamos en la obligación de dársela.

Desde entonces ya nunca más han vuelto a la casa del Cazador Novato.

Libertad para Julián Conrado