lunes, 23 de julio de 2012

Boves, maestro de Bolívar y antecesor de Zamora

Publicado inicialmente el 1ro. de marzo de 2009 en: http://www.aporrea.org/actualidad/a73447.html
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En estos días ha habido una especie de conato de polémica sobre Historia de Venezuela, a raíz de uno de los comunicados para bobos que suele difundir la Conferencia Episcopal Venezolana para justificar el sueldazo de sus jerarcas. Como ya El Vaticano sabe que estos obispos y monseñores no cumplen con la presunta misión que se les ha encomendado (“salvar almas”) entonces acepta a cambio que perpetren una bastante menos engorrosa: publicar artículos y remitidos destinados a respaldar las conspiraciones y ataques de la derecha contra el proyecto bolivariano en construcción. Uno de esos últimos remitidos publicados por la iglesia (el del 5 de febrero) intenta desacreditar e insultar la memoria de Ezequiel Zamora, procurando con ello y de carambola desacreditar el discurso chavista que dignifica el espíritu que dio impulso a la Guerra Federal. Ya ustedes saben de qué se trata el negocio más lucrativo del antichavismo: espero a que Chávez apoye algo, salgo yo a apoyar lo contrario y con ello me gano un montón de publicidad gratis en los medios. Con ese procedimiento se han hecho millonarias unas cuantas momias (Marta Colomina, Roberto Giusti, Nelson Bocaranda) y nenúfares (Carla Angola, Kico, Goicoechea).
En uno de los párrafos del panfleto de los obispos se lee textualmente: “Los historiadores mantienen una polémica no resuelta sobre lo revolucionario de sus ideas y de su acción política (las de Zamora), más cercana a la de José Tomás Boves, por su crueldad, que a la de un benefactor bondadoso”. Los avispaos obispos comparan a Zamora con Boves con ánimo insultante, olvidando entre muchas otras cosas que, cuando muere el Taita José Tomás, la iglesia hizo repicar las campanas de todos los templos para rendirle honores a un hombre que, según la corta, interesada y ridícula visión de los hechos de la historiografía oficial, había luchado para defender al Rey. Al respecto es bueno alumbrar un poco lo que se ha querido dejar en la oscuridad. Primero, para ir eliminando los mitos y fábulas que sobre las luchas de nuestro pueblo se han fabricado. Pero sobre todo, para invitar a algunos ilustres compatriotas y camaradas a no caer en el mismo error del antichavismo automático: comprarle el discurso al adversario y proceder a derribarlo a partir de errores y falacias.

BOVES LIDERÓ LAS LUCHAS DEL PUEBLO OPRIMIDO
CUATRO DÉCADAS ANTES QUE ZAMORA

Al grano. Como respuesta automática a las estupideces de la conferencia episcopal, algunas instituciones del Gobierno y otros tantos voceros chavistas han respondido con indignación (como corresponde) pero agarrando el sartén por el mango equivocado: ante el despropósito de los curas quieren hacernos ver que el error reside en que Ezequiel Zamora era bueno y José Tomás Boves era malo. O más bien: que Zamora era de los nuestros y Boves el enemigo.
Una visión de reduccionista de nuestra Historia, dispuesta a glorificar a Bolívar a costa de lo que sea (incluso a costa de la verdad histórica) ha impuesto una fórmula según la cual José Tomás Boves DEBE SER reducido a la categoría de monstruo porque era cruel y porque era realista. Qué herejía: enfrentarse nada más y nada menos que al Padre de la Patria , el Libertador. Con ese argumento y en ese ánimo se han pronunciado al respecto el Ministerio de la Cultura , Radio Nacional de Venezuela y el Centro Nacional de Historia. En el semanario Todos Adentro del sábado 21 de febrero de 2009 aparece un artículo que recoge las opiniones de los historiadores Arístides Medina Rubio y Lionel Muñoz (uno de mis profesores y un compañero de clases allá en los 90, en la UCV ). Dice el título: “Comparar a Zamora con Boves es una traición”. Habría que repreguntarles: ¿una traición a quién? Pero es preferible no negarle al asunto la seriedad que el tema y los opinantes merecen, e indagar un poco más adentro.
Una exploración menos hollywoodense y más seria de la historia de la primera y segunda repúblicas da con claves más certeras para abordar el fenómeno Boves, que por cierto no se limita a las hazañas o crímenes de un héroe o antihéroe, sino a la reivindicación de la rebelión masiva de todo un pueblo contra los amos-propietarios-poderosos del momento. Una exploración cuya síntesis (o “titular”, hablando ya en términos periodísticos) debería contener esta idea central: EL ESTALLIDO AL MANDO DE BOVES FUE NUESTRO PRIMER EXPERIMENTO DEMOCRÁTICO DE ALCANCE NACIONAL; FUE LA SANGRIENTA ESCUELA DEL PARA ENTONCES (1813) TERRATENIENTE Y ESCLAVISTA BOLÍVAR, A QUIEN LAS HORDAS DE BOVES LE ENSEÑARON LA ENORMIDAD DE LA RABIA DEL PUEBLO OPRIMIDO; Y ADEMÁS ANTECEDENTE DEL LEMA “TIERRA Y HOMBRES LIBRES”, DE LAS LUCHAS DE EZEQUIEL ZAMORA.
Es cierto que nadie está en la obligación de aceptar estas premisas así sin más; 200 años de doctrina “bolivariana”, aderezada con convencionalismos burgueses y mucho miedo al pueblo pobre, pueden sin duda más que un articulista rebuscador de interpretaciones y documentos. Pero va siendo hora de poner sobre la mesa la discusión acerca de qué cosa es el pueblo, cuáles son sus luchas, cuáles sus hitos fundamentales. De entrada, no conozco mejor definición de lo que es PUEBLO que la siguiente:

  • •          El pueblo es esa mayoría cuyo trabajo, segregación y exterminio han garantizado históricamente el confort de unas minorías. Un conglomerado con proclividad, actitud y aptitud para la rebeldía, la desobediencia y la intuición histórica. Esta última es el impulso, el motor que mueve a la humanidad, lenta pero inevitablemente, hacia la democracia directa. La porción de humanidad que entendemos por pueblo es la masa que asume ese camino y no el retroceso hacia formas de organización ya superadas o en proceso de desgaste irreversible (esclavismo, latifundio, colonialismo, capitalismo, imperialismo).

Esa es, precisamente, la porción de los habitantes de Venezuela que se fue con Boves a ejercer una espantosa y rabiosa venganza de clases, una democracia primitiva, brutal y explosiva, como sólo podía serlo después de 300 años de vejaciones por parte de los propietarios (a quienes llamaban “blancos”, no por cuestiones raciales sino porque ese era el color de quienes todo lo tenían).
A continuación, un par de acotaciones sobre los argumentos sobre los cuales se ha querido hacer ver que Boves era un simple “caudillo del ejército realista que se conformó para defender los intereses de la monarquía española” (asombroso ejercicio de reduccionismo por parte de la página web de RNV), y además un hombre “muy cruel”, a quien todo cristiano de buenos sentimientos debe despreciar.

LA CRUELDAD

Es lógico y natural que se llame cruel a José Tomás Boves o a cualquier conductor de ejércitos, sobre todo si participó en eventos tan hecatómbicos como los de 1813-1814. Pero lo que resulta al menos incoherente es que alguien deplore y maldiga la crueldad de Boves y a continuación se declare bolivariano. Cualquier lector descuidado de la historia de Venezuela (de esa Historia oficial que nos han impuesto y nos siguen imponiendo desde la escuela) pudiera llegar a la conclusión de que las hordas de Boves (los malos) salieron a matar salvajemente al glorioso Ejército Libertador (los buenos), nomás porque éste quería una patria y aquél quería una monarquía. Pudiera bastar con ubicarse en el contexto: una guerra a muerte declarada por Bolívar, un par de ejércitos compuestos mayoritariamente por esclavos y castas consideradas “inferiores”, una masa de hombres pasados a cuchillo para no gastar balas en el ajusticiamiento. Bolívar mandó a ejecutar a más de 500 prisioneros y enfermos del hospital de La Guaira , sólo porque eran españoles o canarios; Boves les organizaba fiestas a las familias “distinguidas” de las ciudades (Valencia, Barcelona) antes de degollarlas como parte de a fiesta, sólo porque eran ricos y blancos, y tenían esclavos y sirvientes. Crueles eran todos: patriotas y “realistas”. Porque tenían que serlo. Porque la guerra es cruel y en ella nadie puede competir a ver quién es menos monstruo que el otro. Boves no era menos monstruo que Bolívar; los sentimientos de éste no era más humanitarios que los de Boves.

“REALISTAS” Y “PATRIOTAS”:
¿DE VERDAD LOS ESCLAVOS PELEABAN
POR EL REY O POR LA REPÚBLICA ?

El otro gigantesco acto de simplificación histórica que nos han incrustado durante toda nuestra historia republicana indica que el Ejército Patriota (los buenos de Bolívar), compuesto de venezolanos, enfrentaba al ejército realista (los malos de Boves), compuesto por odiados españoles. La verdad histórica (que no es un invento, que está registrada documentalmente) es que aquella guerra horrenda enfrentó a pueblo contra pueblo; eran venezolanos contra venezolanos, aunque una parte ínfima de la tropa estaba compuesta por mercenarios europeos. Éstos no peleaban por ideal alguno y aquéllos tampoco; los europeos peleaban a favor de quien les pagaba, y los pobres venezolanos lo hacían bajo las órdenes del líder que mejor los interpretaba. No había distinción real entre los soldados “patriotas” y “realistas”. Los efectivos europeos luchaban con uniforme, pero el pueblo pobre peleaba semidesnudo, así que en muchas ocasiones se mataban masivamente hombres del mismo bando porque no había uniforme que los identificara.
Por lo demás, ¿qué podía interesarles a unos esclavos sojuzgados, humillados y expoliados por siglos, pelear en nombre de un Rey, una corte y una corona que no habían visto jamás y no sabían de qué se trataba? Boves, patriota por temperamento y por inclinación natural, cometió en 1813 el error de llegar a Calabozo voceando la inminente derrota del ejército patriota, evento que había visto durante sus viajes de comerciante, y básicamente por bocón fue encarcelado, azotado y sentenciado a muerte. Llegado el ejército “real” a la ciudad en que los “patriotas” lo tenían encarcelado, lo liberó junto con los demás presos. Ese fue el accidente que hizo de Boves un general “realista”. Esto, después de ser un simple pulpero a quien el pueblo más pobre tenía en mucha estima (lo llamaban “El Taita”, tal como llamó después a Páez) porque comía con ellos, se divertía con ellos, bebía con ellos, parrandeaba con ellos. Justo lo contrario del aristócrata blanco, “patriota” o “realista”, que esclavizaba al pardo, al nergo y al mestizo, que lo consideraba inferior y lo miraba por encima del hombro.
El mantuanaje que trabajó, forzó y consiguió formalmente la independencia, quería fundar, no una patria de ciudadanos libres, sino una República en la cual todos los privilegios y posesiones del blanco peninsular pasaran a manos de los blancos criollos. En estas posesiones, objetos de su propiedad, estaban incluidos los esclavos. Lindo negocio le proponían a las castas expoliadas: tú formas parte de mi ejército, sacrificas tu vida por una patria que vamos a fundar y al final sigues trabajando como esclavo, pero con nuevos dueños (los mantuanos independentistas).
En el momento cumbre de su Campaña Admirable (agosto de 1813), Bolívar toma Valencia y se dispone a entrar a Caracas. Ante su avanzada victoriosa, lo que quedaba del cogollo realista en la capital envió a un grupo de emisarios para negociar con Bolívar las condiciones de una capitulación. Es comisión estaba conformada por el Marqués de Casa-León, Felipe Fermín Paúl, Vicente Galguera, Francisco Iturbe y Marcos Ribas. Parece que fue Iturbe quien le expresó a Bolívar la preocupación central, compartida por “patriotas” y “realistas”: los negros están alzados y si se les estimula a conseguir su libertad pueden exterminar a la raza blanca. Es célebre la respuesta que le dio el Libertador: "No tema usted por las castas; las adulo porque las necesito: la democracia en los labios y la aristocracia en el corazón”.
En contra de ese “orden” insurge el  patriota echado a patadas de las filas republicanas, el pulpero y contrabandista Boves, cuyo “ejército” (en realidad una multitud de esclavos negros, pardos y demás castas “inferiores”) obtenía a cambio de sus acciones guerreras el derecho a obtener por las malas todo aquello a lo cual las clases acomodadas le tenía prohibido acceder: las riquezas, los bienes, las mujeres, la vida. Fue una especie de sacudón, pero diferente del 27-F-89 porque fue un sacudón organizado, estimulado por un líder de su pueblo y con instinto homicida: fue una venganza sangrienta, espantosa, brutal. Fue el desatarse de un odio de siglos, al mando de un líder popular que interpretaba correctamente el sentir de los oprimidos. Lo que Bolívar consiguió con su Campaña Admirable lo desbarató el Ejército Popular de los esclavos al mando de Boves, acabando con la esclavista y mantuana Segunda República y obligando a los blancos caraqueños a una “emigración a oriente” luego de la cual, exiliado y adoctrinado por Petión en Haití, Bolívar analiza, comprende y se transforma: el propietario dueño de haciendas y de esclavos aprende (a coñazos, como enseñaban antes los maestros en la escuela, pero aprende) que DE NADA SIRVE TENER UNA PATRIA SI TODAVÍA EL PUEBLO POBRE SIGUE SIENDO ESCLAVO Y SIRVIENTE DE UNA CLASE DOMINANTE. Después de les clases sangrientas de Boves y Petión, Bolívar es otro hombre. Un hombre que entiende un poco más al pueblo y un poco más a la libertad. Cuando regrese por Colombia ya no será un mantuano sino un Libertador, un revolucionario.
Cierta Historia que ha querido ser silenciada se refiere a José Tomás Boves como “Primer jefe de la democracia venezolana”, y a su ejército como un antecedente de los Ejercitos Populares de Liberación del siglo XX. Pero mientras tanto, una infantil y equivocada orientación del culto a Bolívar (que quiere hacer creer que Bolívar pensaba igual en 1813 y en 1821)

DE HORDA DE NEGROS A EJÉRCITO LIBERTADOR DE NACIONES:
ANTES QUE BOLIVARIANOS, LOS REVOLUCIONARIOS SOMOS BOVEROS

En 1814, un grupo de embarcaciones trasladaba de España a la Argentina 11 mil soldados, y al frente de ellos a un señor general (Pablo Morillo) que venía de combatir a Bonaparte al lado del duque de Wellington. Pero la corona española, preocupada por los acontecimientos venezolanos, decidió desviar ese contingente hacia Venezuela. Los barcos dan la vuelta en altamar y se vienen al Caribe. Para España era más prioritario pacificar a los “realistas” (los negros, conducidos por un bandido y jefe de bandidos que amenazaban con liquidar todo lo que oliera a raza blanca, de cualquier bando) que a los patriotas argentinos: para la realeza era preferible acabar con los "aliados" negros que a los "enemigos" blancos. Pero cuando Morillo desembarca en Venezuela ya se ha consumado la batalla de Urica (5 de diciembre de 1814), en la cual se produce uno de los misterios más importantes de la historia del Pueblo de Venezuela: Boves muere de un lanzazo, pero sus hombres ganan la batalla.
Muerto el Taita, los negros en rebelión desertan en masa del ejército realista. Ya no les importa seguir a unas banderas y a jefes que no les dicen nada, que no los mueven, que no sienten como queridas. Más tarde irán detrás de otro Taita: José Antonio Páez. LAS HORDAS DE BOVES SE TRANSMUTARON LUEGO DE URICA EN EJÉRCITO LIBERTADOR. LA HISTORIA OFICIAL HA ECHADO TIERRA CONVENIENTEMENTE SOBRE ESTE DATO HISTÓRICO, PERO EN SU MANÍA ADORADORA HA DEJADO ESCAPAR UN INDICIO GIGANTESCO DE ESA METAMORFOSIS: PEDRO CAMEJO, EL NEGRO PRIMERO; HÉROE DE LAS QUESERAS DEL MEDIO Y HÉROE DE LA BATALLA DE CARABOBO, FUE GUERRERO DE BOVES ANTES DE IRSE TRAS JOSÉ ANTONIO PÁEZ.
Lo cual seguramente habrá ocasión de demostrar, explicar y defender en lo adelante, si llegan a salir al ruedo paladines del bolivarianismo a rebatir el carácter bovero de nuestras actuales luchas de liberación.

domingo, 1 de julio de 2012

Entrevista más o menos relajada

Agradecido con Rocío Cazal, Etten Carvallo y el diario Ciudad Caracas por esta entrevista aparecida el día de hoy. Agradecido también con el compai cantor Sandino Primera, quien emitió ahí unos comentarios tendenciosos pero fraternos sobre el Duque.

Está en la página 8 del sumpelento Épale de esta edición (CLIC ACÁ)



Abajo, la transcripción:

José Roberto Duque:
Feliz de vivir este tiempo


Rocío Cazal
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—¿Qué recuerdas de tu infancia?
—Dos madres, un papá nómada y estrambótico; las canciones de
Tania, Claudia de Colombia y Leonardo Favio; el desierto de
Carora y otro montón de paisajes.
 

—¿Cuál es el mejor libro que has leído?
 

—Escritos para sabernos de El Cayapo. Mención especial para El largo adiós, de
Raymond Chandler.
 

—¿Cuál es tu tipo de música favorita?
 

—Música llanera y vallenato del viejo. Cuando el pobre lava, llueve, de Dámaso
Figueredo. Mención especial: Alfredo Gutiérrez, La cañaguatera.
 

—¿Cuál es tu lugar favorito?
Uno con ríos y perros de agua. El Tomate, por Caicara de Maturín.
 

—¿Practicas o practicaste algún deporte? ¿Cuál?
De chamo practiqué judo, boxeo, gimnasia, beisbol, pelotica’e goma.
Ahora veo a unos tipos corriendo en la televisión y me canso.
 

—¿Cuál es el mejor consejo que has recibido? ¿Aún lo utilizas?
“Pídala, que si no le dan por lo menos se lo van a agradecer”. A veces lo
aplico, a veces funciona.
 

—¿Qué sientes por la Revolución?
Hasta hace poco, una angustia por querer verlo todo hecho YA, una
indignación por lo que creo que va lento o mal. Ahora, felicidad de estar
viviendo este tiempo.
 

—¿Qué has hecho por la Revolución?
Recoger y difundir los testimonios de un pueblo y un país. Violentar mi
cuerpo capitalista y ponerlo a hacer experimentos: sembrar, trabajar con
barro y otros materiales. Discutir el futuro.
 

—¿Cuál ha sido tu mayor satisfacción personal y profesional?
Comprobar que cuando lanzo una reflexión, la gente la detesta, la
respalda o la discute, pero no queda indiferente.
 

—¿Dónde, cómo y con quién te ves en diez años?
Al paso que vamos, mi hermana, me veo en una tumba.
 

—¿Cuándo fue la última vez que lloraste?
Hace ratico, cuando me preguntaste por mi infancia.
 

—¿Cuál es tu película favorita?
Pulp fiction. Mención especial: Sin City. Los gringos son arrechos haciendo
películas.
 

—¿Alguna vez pensaste que ibas a ser escritor o comunicador?
Desde que a los seis años leí De la tierra a la luna y quise imitar esa forma
de echar cuentos.
 

—¿Qué te hace falta hacer para la Revolución?
Esto poquito que estoy haciendo, no hay más. Un carajo formado en capitalismo
hace lo que puede o logra hacer, y ya. De todas formas la Revolución
es un hecho colectivo, no una tarea del Duque.
 

—¿Cuál es el personaje de la historia que admiras?
José Tomás Boves y la horda que se fue con él a desguazar a los propietarios,
incluso a Bolívar.
 

—Di una metáfora de lo que has vivido.
El hombre se hizo siempre de todo material / de villas señoriales o barrio marginal...
 

—¿Piensas en la muerte?
Sí. Cuando uno piensa en el futuro eso es inevitable.
 

—¿Has pensado en tu epitafio?
“Ya se nos adelantó este güevón otra vez. Ay sí, ay sí: como si todos no
fuéramos para allá igualito”.
 

—¿Te arrepientes de algo en tu vida?
Una vez, en una entrevista como esta, el periodista me preguntó cuál era
mi misión en la Revolución. Dije: “Calentarle la cabeza a un poco de
muchachos…”. Me detuve porque recordé que ese día me acompañaban
Gino González, un compa maracucho y uno oriental. Ha sido el peor error
de mi vida.
 

—En tres palabras, ¿Cómo te defines?
José Roberto Duque.

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Biografía
mínima:


De cariño le dicen El
Duque, Gran Duque o
El Perro. Nació en
Carora, estado Lara, el
30 de octubre de 1965.
Cursó primaria entre
su ciudad natal y San
Cristóbal. Luego hizo el
bachillerato en
Caracas. En el Liceo
Fermín Toro publicó el
periódico Sangre Joven,
pero fue en el Liceo 5
de Julio donde se
graduó. En la UCV
cursó Historia, la cual
dejó en tesis, pero su
mayor inquietud
siempre fue la de
escribir, comunicar.
Trabajó en los diarios El
Nacional, El Universal,
2001, Tal Cual y Así es la
noticia. Fue fundador de
los periódicos Temas-Venezuela,
Patriadentro y
Pueblo en Revolución.
Asimismo, se destacó
en el programa de
radio Periodista y medio
en Al Son del 23. Fue
jefe de Información en
Venpres (ahora AVN) y
coordinador del
Informativo de Ávila
TV. Entre sus obras
publicadas: No escuches
su canción de trueno, Del
11 al 13 y Vivir en
frontera.

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“Mucha
acción en
su pluma”

Es de pocas
palabras y de
mucha acción, sobre
todo de acción a partir
de la pluma. Sabe
recoger y escribir el
sentimiento de los que
estamos comprometidos
con los procesos
revolucionarios del
mundo. Quizá su amor
por el cochino frito ha
hecho que pierda un
poco la habilidad, pero
sigue siendo muy ágil
en su pensamiento. Es
uno de los escritores
más importantes que
tenemos y no se le ha
reconocido aún”.

Sandino Primera, músico.